sábado, 21 de marzo de 2015

Francisco de Miranda

Francisco de Miranda
Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez (Caracas, 28 de marzo de1750 – San Fernando, Cádiz, 14 de julio de 1816) conocido como Francisco de Miranda, fue un político, militar, diplomático, escritor,humanista e ideólogo venezolano, considerado «El Precursor de la Emancipación Americana» contra el Imperio español. Conocido como «El Primer Venezolano Universal» y «El Americano más Universal» , fue partícipe de la Independencia de los Estados Unidos, de la Revolución Francesa y posteriormente de la Independencia de Venezuela, siendo líder del «Bando Patriota» y gobernante de la Primera República de Venezuela durante esta última, en calidad de Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de Venezuela.
Los orígenes de Francisco de Miranda fueron relativamente humildes. Su padre, Sebastián de Miranda Ravelo, nació el 12 de septiembre de 1721 en Puerto de la Cruz, población del valle de La Orotava, en Tenerife, una de las Islas Canarias. Fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia diez días más tarde. Era hijo de Gabriel de Miranda, nacido también en Puerto de la Cruz el 6 de noviembre de 1686, y de María de la Concepción Ravelo de León, hija de Domingo de Sosa de León y de Catalina Ravelo.
Sebastián de Miranda, por razones de nacimiento, al sospecharse que era mestizo de guanche, pertenecía a la categoría social de los blancos de orilla, considerada inferior a los blancos españoles y a los criollos. Se sabe que el Cabildo de Caracas le acusó de «mulato, mercader, aventurero e indigno por muchos antecedentes de desempeñar puesto de categoría». No es de extrañar que, alcanzada cierta holgura económica, tratara de demostrar en juicio que sus orígenes eran «puros» para así poder obtener mayores privilegios sociales.
En Caracas se estableció como comerciante de lienzos y, con el tiempo, contrajo matrimonio el 24 de abril de 1749 en laIglesia Catedral con la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez de Espinosa, también de origen canario y necesariamente blanca; de lo contrario, la boda no hubiera aparecido en el registro de matrimonios y sus hijos jamás hubieran podido ir a laUniversidad. El primogénito de nueve hijos e hijas del matrimonio, Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzode 1750 en Caracas. Sus hermanos se llamaron Ana Antonia, Rosa Agustina, Micaela Antonia, Miguel Francisco, Javier, Francisco Antonio, Ignacio José, Josefa María y Josefa Antonia.
El 5 de abril de 1750 fue bautizado en la Iglesia Catedral por el maestro Juan de Rada, siendo su padrino el bachillerTomás Bautista de Melo. El 27 de diciembre del mismo año le fue administrado el sacramento de la confirmación por elobispo de Caracas, Manuel Machado y Luna. En sus inicios, la familia Miranda era económicamente modesta y vivía dentro del grupo socialmente discriminado de colonos canarios o blancos de orilla llegados a Caracas que, en costumbres, trato y nivel, formaban un núcleo aparte de los blancos criollos o mantuanos, los blancos españoles y los pardos.
Con el tiempo, la situación de la familia mejoró notablemente y, Sebastián de Miranda logró hacer fortuna como comerciante en Caracas, llegando a ser propietario de diversos inmuebles en la ciudad. Ya en aquellos tiempos existían roces y conflictos sociales que empezaron a crear un problema de gobernabilidad para las autoridades coloniales, que además tenían que aliviar las secuelas negativas de la presencia de la Real Compañía Guipuzcoana que monopolizaba las transacciones comerciales en la provincia de Venezuela.
En La Orotava, la familia Miranda era considerada gente distinguida e ilustre, a diferencia de Caracas. Buscaban pues allí posición social similar rehaciendo su fortuna mediante el trabajo, y/o llegando a obtener títulos académicos en laUniversidad. Así, su padre logró además de hacer fortuna, ser nombrado Capitán del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas pero por ser nativo de las Islas Canarias (i.e., "isleño") y comerciante, su nombramiento produjo un fuerte rechazo del estamento social conocido como mantuano, sociedad compuesta de blancos criollos, descendientes de españoles, pero nacidos cual Sebastián Francisco en territorio americano, reflejo todo ello de conflictos sociales y raciales latentes y una de las causas de la Independencia. Había cierta dosis de desprecio de los mantuanos hacia su padre por ser un comerciante, ocupación que a sus ojos lo inhabilitaba para ser Capitán de Milicias.
Pese al rechazo de los mantuanos, su padre Sebastián siempre perseveró en su empeño de mejorar la situación de la familia, de modo que además de acumular riquezas y cargos importantes, sus hijos recibieran educación universitaria.
Así, el 10 de enero de 1762, Miranda comenzó sus estudios en la Universidad de Caracas bajo la regencia del Dr. Antonio Monserrate, y durante dos años estudió latín, los inicios de la Gramática de Nebrija y elCatecismo de Ripalda.
Desde el año 1764 hasta 1766, Miranda cursó estudios en la Clase de Mayores de la misma Universidad, donde profundiza sus conocimientos de latín mediante el estudio de los escritos clásicos de Cicerón y Virgilio, completa sus estudios de la Gramática de Nebrija, nociones de historiasagrada y profana, religión, aritmética y geografía.
Finalmente, realizó el curso de Artes en la Universidad de Caracasestudiando las materias de Lógica, Física y Metafísica para obtener el título de Bachiller con el que se iniciaba estudios en Teología, Jurisprudencia o Medicina. No se sabe de forma fidedigna si Miranda llegó a obtener el título de Médico y sólo se cuenta con su testimonio personal afirmando haberlo recibido en1767, con 17 años pues, si es que nació en 1750, lo que no parece muy coherente.
Por testimonio personal de Miranda se sabe que algunos de sus maestros fueron los Doctores Domingo Velázquez,Francisco José de Urbina y Gabriel Lindo; todos ellos notables expertos en sus especialidades y con los que sin duda la educación básica de Miranda debió ser de una calidad notable.
Sin embargo, a partir de 1767 se da una interrupción en los estudios de Miranda que posiblemente se vieron afectados por las circunstancias vividas por su padre. Al ser nombrado Capitán de las Milicias de Blancos de Caracas siendo comerciante isleño era algo que incomodaba a los Mantuanos, pues había alcanzado una distinción social importante, al convertirse en un personaje de cierta influencia. Parece como si, éstos empezaron a crear intrigas para desacreditarle y anularlo en la vida pública.
Esto desencadenó una serie de circunstancias en las que después de una sentencia real, el padre de Francisco obtuvo la victoria y sus derechos le fueron reconocidos pero le crearon una enemistad irreconciliable con los Mantuanos que nunca olvidaron el conflicto ni le perdonaron el desafío, lo que influyó inevitablemente en las decisiones posteriores de Miranda.
Después de la victoria judicial de su padre, las dificultades para desarrollar planes futuros en una sociedad tan limitada como la caraqueña influyeron en que decidiera, con poco más de 20 años, marcharse a España. Embarcó pues el 25 de enero de 1771, desde el puerto de La Guaira, en una fragata sueca denominada Príncipe Federico, para servir en el Real Ejército español.

martes, 17 de marzo de 2015

Jose Miguel Perez y Perez

José Miguel Pérez y Pérez nació en Santa Cruz de La Palma, el 8 de diciembre de 1896. Treinta y nueve años más tarde, el 4 de septiembre de 1936, caía abatido por la descarga de un pelotón de fusilamiento, formado en la batería del Barranco de El Hierro, a pocos kilómetros de Santa Cruz de Tenerife.

José Miguel Pérez fue educado en el regazo de la sociedad progresista palmera. Su tío materno, demócrata y anticlerical, perteneció a la sociedad librepensadora La Ingenuidad. Su padre, José María Pérez Hernández, militó en la Asociación Gremial de Obreros de La Palma, participó en la organización de la Unión Republicana y formó parte de la candidatura que esta agrupación presentó a las elecciones municipales de 1903.

Atento a los debates ideológicos de su tiempo, desde su adolescencia, José Miguel Pérez apostó por transformar un mundo que percibía injusto. Su pensamiento se asentaba en las banderas ideológicas de la Revolución Francesa: justicia, libertad, igualdad, solidaridad... Al avanzar su formación, concluye que coronar la propuesta de progreso hacia un mundo mejor que patrocinaban los republicanos requería profundizar en los principios de justicia e igualdad, erradicando la miseria y acabando con la explotación a que estaban sometidos los trabajadores. Así, evoluciona hacia los grupos socialistas gestados en los medios republicanos, aunque continúa confiando en que una cadena de reformas pacíficas, llevadas a cabo en el seno de las democracias, redimiría a lo estratos sociales más desamparados.

Sin embargo, lo sucedido durante la I Guerra Mundial (1914-1918) cambió su forma de pensar. Por entonces, José Miguel Pérez era un bachiller que militaba en la Juventud Republicana de Santa Cruz de La Palma y que observaba con atención lo que ocurría en los campos de batalla. Los acontecimientos de la Gran Guerra europea le llevarán a descartar la democracia como medio para obtener la emancipación de la clase trabajadora universal. Sobre todo, tras el aldabonazo de la Revolución Rusa, se decide por las ideas que servirían de palanca para transformar el mundo en un lugar más justo. Ante sus ojos, el proyecto comunista, avalado por el éxito de la revolución de 1917, se revelaba como el instrumento más eficaz para libertar de la opresión a los desfavorecidos. La oposición de la burguesía implicaría que las transformaciones necesarias debían ser impulsadas por los propios trabajadores, que se requiriera la violencia para consumar los cambios y que, posteriormente, se precisase la implantación de una dictadura del proletariado para afianzarlos. Un régimen totalitario justificado porque, en realidad, solo quitaría la libertad a la minoría explotadora, la burguesía, y, por el contrario, beneficiaría a la mayoría de la población, el proletariado.

En los años siguientes a la I Guerra Mundial, José Miguel Pérez se pone al servicio de la redención de la clase trabajadora. Su capacidad le convertirá en un eficaz introductor de las ideas comunistas en los lugares que le tocó vivir: Cuba y Canarias.

A principios de los años veinte, no encuentra empleo en La Palma. Igual que muchos de sus paisanos, padece las insuficiencias de una economía en crisis crónica y resuelve tomar el camino de Cuba. Allí, el pensamiento y la acción política de José Miguel Pérez adquirieron notoriedad, al participar, en 1925, en la fundación del Partido Comunista Cubano y convertirse en su primer secretario general. Solo durante unos días, porque, inmediatamente, fue apresado por la policía de la dictadura del General Machado y expulsado del país.

De regreso a La Palma (1926), trabaja como maestro particular. En poco tiempo, su escuela privada crece y llega a contar con cien alumnos matriculados. A partir de ese momento, su situación económica fue desahogada y su familia vive con comodidad en la Capital de la Isla.

Los obreros ligados al republicanismo que entraron en contacto con José Miguel Pérez organizaron tertulias y conferencias en la sede de la Juventud Republicana. Las noticias que portaba el maestro palmero confirmaron las malas expectativas que ofrecía la emigración a Cuba, debido a la disminución de los mercados azucareros, a la inmigración de jornaleros jamaicanos que cobraban salarios más baratos que los trabajadores canarios y a la creciente violencia política y social que se adueñaba de la Isla caribeña. Las informaciones transmitidas, de primera mano, por José Miguel Pérez ratificaron a este dinámico grupo de obreros que ya no podían contar con la emigración para evitar la pobreza. La única alternativa consistía en fundar organizaciones fuertes, capaces de luchar por los intereses de los obreros y los campesinos en su propia isla natal. Estos jóvenes trabajadores integraron el denominado Grupo Espartaco, la élite dirigente de los sindicatos que surgirán en La Palma, durante la II República.

 La trayectoria política de José Miguel Pérez llegaría a su momento culminante, con la arribada de la República, en abril de 1931. Durante los cinco años siguientes, su protagonismo trascendió los límites de la Isla para convertirse en un referente en Canarias. La democracia española de los años treinta trajo las libertades políticas que, unidas a la trayectoria solvente de la élite obrera formada por José Miguel Pérez, permitieron extender el ideario comunista entre un amplio sector de la población. A lo largo del quinquenio republicano, la marea de la contestación social ascendió, en La Palma, debido a que la depresión económica de los de los años treinta coincidió con el bloqueo del recurso a la emigración americana. El desasosiego aumentó en el estrecho marco insular y parte de los sectores más dañados por la crisis volvieron su mirada a los planteamientos alternativos sostenidos por los comunistas: la solución no la iba a traer una República incapaz de proporcionar medios de vida a los trabajadores, ni una Cuba ya muy lejana, sería la abolición de la propiedad privada y el reparto de riqueza, inherentes a una revolución obrera, quienes procurarían el remedio para la pobreza del proletariado isleño.

A la altura del verano de 1936, el tradicional edificio caciquil de los grandes propietarios conservadores amenazaba ruina. Sin embargo, el golpe de estado del 18 de julio acabó con la democracia y evitó su derrumbe.

Desde su juventud, José Miguel Pérez fue consciente de que su militancia le podía conducir a un fin violento. Por eso, cuando, la madrugada del 4 de septiembre de 1936, llega la hora, parece tener asumida su ejecución. A superar este trance, le ayuda su fe en el progreso de la humanidad hacia lo que él llamaba "la armonía infinita". La noche en que José Miguel Pérez se despide con una carta de sus seres más queridos y del mundo está convencido de que su vida y la muerte que le aguarda habían sido útiles, pues con ambas había ayudado a que la humanidad alcanzase la sociedad sin clases, un mundo mejor que él no vería, pero al que había contribuido. Convertido en una de las primeras víctimas de la Guerra Civil en las Islas, su trágico final terminó de encumbrar su figura como una de las más relevantes de la izquierda canaria del siglo XX.

Aparejado a su propio fin, llegó la demolición de su proyecto. El maremoto de la represión que alcanzó la Isla tras la sublevación militar destruyó el movimiento obrero que José Miguel había intentado organizar para contribuir a la "justicia universal".

lunes, 9 de marzo de 2015

Agustina Gónzalez y Romero la perejila

Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1820, se la conoce con el sobrenombre de «La Perejila», su pseudónimo. Fue integrante del notable grupo de poetas satíricos que escribió en esta ciudad a fines del siglo XIX y en el primer tercio del XX. 
Su poesía satírica era agresiva y burlesca, aunque no toda su producción literaria pertenece a este género. Ocurrente y de vocabulario desvergonzado -al menos para su época-, fue un personaje popular en la Vegueta de aquellos tiempos, y sus improvisaciones se han incorporado a la cultura popular canaria, tal vez por eso mismo. Baste como ejemplo la cuarteta dedicada a la colocación de los perros que guardan la Plaza de Santa Ana en su ciudad natal: 
"¡Vaya, vaya! ¡Vaya, vaya!
El mundo se va a acabar
¿Dónde se han visto ocho perros
cuidando la Catedral?"

Sus textos, de composición improvisada en su mayor parte, no se habían reunido en un libro hasta que en 1963 Néstor Álamo los recopiló en el volumen titulado "Poesía". Falleció en 1897.