Después de muchas horas de lectura, muchas horas de filmografía, disfrutar de mi soledad, que es cuando más en expansión cabalga, mi mente, llegó a comprender qué mi lugar ya no está aquí.
Descolocado, ya veo qué mi presencia, en algunos lugares, ni es necesaria, ni yo tampoco quiero ser imprescindible, ni tampoco veo parte de algún compromiso, para que yo sea, ya no fundamental, nunca pretendí ser esa pieza cómo en el ajedrez, que sin mí no se puede seguir, jugando.
Pero se me viene a la cabeza una frase del viejo, leyendo el periódico, el día que empezó a bajar los brazos.
Me estoy llenando de apatía. Ciertas actitudes y aptitudes poco a poco, cómo a fuego lento, te empieza llenar de apatía. Intentás por todos lados y medios, que esa larga sombra no te atrapé y sin embargo, la ves venir.
Y aceptas, día si y día también, que tú camino va terminando, la ilusión, las ganas, te sientes cómo ese juguete que ya nadie, quiere jugar, empiezas a sentirte cómo una herramienta.
Es la sensación, de qué por un lado dejaste víctimas o daños colaterales.
Quizás las víctimas, fueron a partir de las cuatro décadas de mi vida, los daños colaterales fueron mucho antes.
Probé más veces el sabor más amargo de la derrota que el dulce sabor de la victoria. Y desgraciadamente probé el fracaso de otros, casi peor que él mío porque me tocó estar a mí en el medio, haciéndome daño gratuito.
Veo un mundo, no sólo hoy ayer también, hoy dónde dominan sentimientos primarios dónde destacan, el placebo y el egoísmo.
Lo intentan maquillar con la palabra amor y creo que andan un poquito, muy desencaminados de este hecho propiamente dicho.
En la vida no busques a quien amar, busca a alguien que te ame. Porque alguien que te ama te genera paz, te valora, te respeta, te presume. La persona que no te ama te va hacer sentir que ninguna de esas cosas existen.