martes, 6 de mayo de 2014

Fusilados por tener ideas

74 son Palmeros son victimas de la barbarie Franquista, solo por pensar y tener criterio,  esta es la lista que jamás debemos olvidar que destrozaron familias enteras y sueños rotos por la ambición y la ansias de poder.
1 ANTONIO “EL CUBANO” Los Sauces. Músico 2 ANTONIO ACOSTA HERNÁNDEZ Tazacorte 3 JOSÉ ACOSTA LORENZO Tazacorte. 4 MANUEL ACOSTA MATÍAS Los Llanos. Secretario Sindicato Unión Obrera de Argual Partido Socialista. 5 GRACIANO BATISTARODRÍGUEZ San Andrés y Sauces. Tendero, 6 ADOLFO BENCOMO GARCÍA S/C. de La Palma. Comisionista. 7 JOSÉ MARÍA BRITO BRITO Los Llanos Conserje Casino Los Llanos y Guardia asalto 8 EUSTAQUIO CABRERA RODRÍGUEZ Puntallana. Agricultor 9 MANUEL CAMACHO LORENZO Tasacorte. 10 FROILAN C ANDELARIO MACHÍN Puntagorda. Agricultor 11 MODESTO CARBALLO SOSA Los Llanos. 12 MANUEL CONCEPCIÓN HERNÁNDEZ San Andrés y Sauces. Jornalero. 13 FRANCISCO COSME GUERRERO Málaga. Residente La Palma. Guardia Asalto 14 ROSENDO CRUZ ÁLVAREZ Las Breñas. 15 VICTOR FERRAZ ARMAS Isla de La Palma Albañil 16 ANTONIO FERNÁNDEZ ACOSTA Los Llanos. Profesor 17 FÉLIX FERRAZ VERGARA Mazo. 18 VALENTÍN GARCÍA GARCÍA Huelva. S/C. de La Palma. Guardia Municipal. 19 MANUEL GARCÍA TRIANA Mazo. Zapatero 20 ANTRINIO GONZÁLEZ CABRERA Garafía. 21 JUAN GONZÁLEZ DOMÍNGUEZ Breña Alta. Tabaquero. 22 ISMAEL GUERRA FERNÁNDEZ S/C. de La Palma. 23 VICENTE GUTIERREZ CABRERA Tazacorte. 24 HILARIO HERNÁNDEZ ACOSTA Los Llanos. Tabaquero. 25 MANUEL HERNÁNDEZ ACOSTA Tazacorte. Jornalero. 26 DIONISIO HERNÁDEZ CABRERA Puntallana. Agricultor. 27 ISMAEL HERNÁNDEZ DÍAZ S/C. de La Palma. Tipógrafo de prensa 28 VIDAL HERNÁNDEZ FELIPE Puntallana 29 ANTONIO HERNÁDEZ GONZALEZ Los Llanos. Músico. 30 ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRA Puntallana. Agricultor y camionero. 31 DIONISIO HERNÁDEZ HERNÁNDEZ Puntallana. 32 MIGUEL HERNÁDEZ HERNÁNDEZ Los Llanos. Tintorero. 33 ARGELIO HERNÁDEZ HERNÁDEZ Puntallana. 34 ÁNGEL HERNÁDEZ HERNÁDEZ Puntallana Agricultor. Arriero y Carbonero.. 35 SIXTO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ Mazo. Campesino. 36 CELESTINO HERNÁNDEZ MENDOZA S/c. de La Palma 37 IMAEL de las CASAS CAMACHO Los Llanos. Electricista y comerciante. 38 JOSÉ RUPERTO LEÓN RODRÍGUEZ Los Llanos. Concejal 39 EUSEBIO LORENZO HERNÁDEZ Mazo. Agricultor. 40 ANTONIO LORENZO PÉREZ Tasacorte. Concejal 41 FULGENCIO LORENZO RIDRÍGUEZ Garafía. 42 ESTEBAN MAGDALENA RIVERO Los Llanos. Agricultor. 43 MANUEL MAGDALENA TORRES Los Llanos. Secretario Sindicato Unión de Trabajadores de Los Llanos 44 NICOLÁS MARTÍN BRITO Los Llanos. Guardia Municipal 45 DIMAS MARTÍN LÓPEZ Puntagorda. Agricultor. 46 ORENCIO MATA RODRÍGUEZ Garafía. 47 MARTÍN MEDINA REYES. Garafía. Tendero (puesto en la Recoba S/c. de La Palma). 48 SEBASTIÁN OLIVERO DUARTE Fuerteventura Residente Los Sauces Directivo Sindicato de Oficios Varios 49 ESTEBAN PÉREZ BRITO Barlovento Jornalero. 50 JUAN PÉREZ CABRERA Residente Isla de La Palma. Tesorero Comité Local de Unión Republicana. 51 SABINO PÉREZ GARCÍA Velhoco. Agricultor y pastor. 52 ERNESTO PÉREZ GONZÁLES Residente Isla de La Palma. Agricultor y marchante.. 53 LEONCIO PÉREZ LORENZO Tazacorte, miembro Agrupación Obrera y Campesina, presidente del Sindicato de Oficios Varios. 54 SERVANDO PÉREZ Y PÉREZ Puntagorda. Agricultor 55 FRANCISCO CLAUDIO PÉREZ Y PÉREZ Garafía. Directivo del Sindicato Oficios Varios 56 JOSÉ MIGUEL PÉREZ Y PÉREZ S/c. de La Palma Fundador del Partido comunista de La Palma. 57 JOSÉ RAMOS CONCEPCIÓN Tasacorte. Profesor y librero 58 SEBASTIÁ RAMOS HENRIQUEZ S/C. de La Palma.Tabaquero y Músico. 59 ENRIQUE RAMOS HENRRIQUEZ S/C. de La Palma.Tabaquero y Músico. 60 JUAN RODRÍGUEZ ACOSTA S/C. de La Palma Tabaquero 61 GRATINIANO RODRÍGUEZ ACOSTA Puntagorda. Practicante 62 FRANCISCO RODRÍGUEZ BETANCOR Los Llanos Mecánico electricista. 63 DELFÍN RODRÍGUEZ BRITO Garafía. Guardia Municipal 64 FLOREAL RODRÍGUEZ PÉREZ S/C. de La Palma. Tabaquero y Redactor de “Espartaco” 65 SEGUNDO RODRÍGUEZ PÉREZ Tazacorte Agricultor y arriero. 66 ANICETO RODRÍGUEZ PÉREZ Puntallana. Agricultor 67 DIONISIO RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ. Puntagorda Agricultor 68 JOSÉ RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ. Tijarafe. Presidente Sindicato de Torcedores 69 GERMÁN SÁNCHEZ S/C. de La Palma 70 ANTONIO SÁNCHEZ MARTÍN Garafía. 71 JUAN MANUEL SÁNCHEZ RODRÍGUEZ Tazacorte. 72 CARLOS SICILIA PÉREZ Breña Baja Maestro Nacional 73 JULIÁN VIDAL TORRES S/c de La Palma Doctor en Derecho y Licenciado en Filosofía y Letras.) 74 AGUSTÍN ZAMORA HERNÁNDEZ S/c de La Palma Tabaquero. Muchos no los olvidamos. Y sus familias menos.



Fusilados gomeros.


LA REPRESIÓN DE UNA HUELGA GENERAL SE SALDA CON DOS GUARDIA CIVILES Y UN CAMPESINO MUERTOS Y VARIOS HERIDOS
Al igual que en Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas[1], el 22 de marzo de 1933 su produjeron en Hermigua unos hechos que llenaron de bochorno y vergüenza a la Republica. Un centenar de obreros del sindicato Federación Obrera se enfrentan a la Guardia Civil, los desarman y los matan, después de que un campesino cayera muerto por las balas de la autoridad.
Aunque el asunto venía de mucho antes, todo empezó el 14 de marzo de 1933. Los trabajadores de esta villa, del Norte de la Gomera, en su mayoría afiliados a la Federación Obrera, un sindicato controlado mayoritariamente por el PSOE, lanzan el siguiente manifiesto:
“A Obreros y Campesinos. Al Pueblo en general. Camaradas y amigos:
“Acompañados de sentimientos de rabia y de dolor va esta protesta. Nuestro fervor por la República así nos lo dice. Nuestro pueblo se hunde más y más, bajo el peso de unos canallas embriagados en la ciénaga de corruptelas morales y políticas. Nos referimos, camaradas, al caciquismo tradicional, cuyos miembros como los caimanes siguen siendo los mismos aunque hayan cambiado de color. Son los enemigos emboscados de la República. Solo esperan el momento propicio para darle el zarpazo.
“Hoy se vengan en nosotros. Como trabajadores y representantes de la República aceptamos la batalla. En ella mediremos nuestras manos y veremos si esos señoritos, que se llaman agrarios, las tienen tan endurecidas por los callos como las nuestras. Callos, compañeros, que nos los hemos hecho, para que comieran esos que quieren darnos latigazos.
El manifiesto era el punto de partida para la convocatoria de una huelga general revolucionaria en un pueblo de apenas 39,67 kilómetros cuadrados (cien veces menor que las fincas de recreo de Mario Conde o Juan Abelló en Ciudad Real) con una población censada de 5.842. La huelga se celebraría el 22 de ese mes, hace ahora 80 años. El texto, escrito en el leguaje revolucionario de la época, añadía:
“Pues bien, camaradas, estos salteadores de nuestras conciencias e intereses, quieren continuar sacudiendo su látigo al que se interponga en su camino. Los trabajadores que vivimos bajo su tiranía, nos levantamos contra ella y no estamos dispuestos a que ejecuten sus maquinaciones. Ellos, compañeros, con sus criminales astucias coaccionan a nuestros hermanos intentando que nuestra trinchera, la Federación Obrera, se derrumbe.
Aunque el ayuntamiento de villa se constituye según Wikipedia en, 1812[2] (sospecho que el dato no es real y se refiere a 1822 o a 1833), poniendo fin al régimen señorial, de pequeño oí decir que el llamado “derecho de pernada” se mantuvo un siglo después, en la Restauración, e incluso durante la Dictadura de Primo de Rivera. Los huelguistas lo aluden:
“Los trabajadores de Hermigua defenderemos con nuestra sangre y vidas, compañeros, nuestros derechos ante esos señoritos que nos tratan a la patada, deshonraban a nuestras hijas y humillaban a nuestras mujeres. Si la canalla caciquil no cesa en su empeño de no dar trabajo a los compañeros que se hallan en el paro, la Federación Obrera irá a la huelga.
Porque desde hace meses, la mayoría de nuestros compañeros están en el paro, no por falta de trabajo sino por el «boicot» a todo obrero federado, como si fuera un delito. Nuestro deber es garantizar, por dignidad y humanidad, que nuestros compañeros no se mueran de hambre. Sus vidas, las de sus mujeres e hijos, valen tanto como las de nuestros opresores”.
Desde la proclamación de la República el 14 de abril de 1931, habían pasado poco menos de dos años y, por primera vez en la historia, los obreros de Hermigua, uno de los municipios canarios más concienciados en favor de la Niña Bonita junto con Vallehermoso, decidían lanzarse a la calle y convocar un día de paro en defensa de sus reivindicaciones.
El hecho era insólito. Frente al País Vasco o Cataluña donde el movimiento sindical tiene una fuerte tradición desde finales del siglo XIX y comienzos del XX ligado al desarrollo industrial, en las islas apenas había existido hasta la II República un movimiento obrero organizado. Hasta que de repente, en Hermigua, un pueblo aparentemente tranquilo y apacible, los jornaleros afiliados en su mayoría a Federación Obrera, desengañados porque pese a las esperanzas e ilusiones puestas en el nuevo régimen la clase dominante local sigue ostentando el poder y amenazándolos con quitarles el pan, deciden movilizarse y paralizar la vida cotidiana.
Algo que no debía haber extrañado a nadie: además de que los ayuntamientos y cabildos seguían controlados por los de siempre, desde el 14 de abril de 1931 las condiciones de vida habían empeorado, especialmente en las islas menores y las protestas empezaban a aflorar tímidamente.
La situación era tal que el 22 de agosto de 1933 el diario La Prensa, se hacía eco del asunto:
“Al hallarse paralizados los trabajos de la carretera, en Hermigua hay centenares de obreros parados. El campo yermo, la producción platanera por los suelos, el comercio cerrado, las aguas mermadas, los montes destrozados, la carretera, que sería la única solución frente a tanto mal, al hambre y a la miseria reinantes, paralizada. El Gobierno tiene que actuar”
Los patronos de la zona, en su mayoría gente de no demasiados recursos económicos ni detentadores de grandes fincas, en contra de lo que habitualmente se escribe, vivían casi exclusivamente del cultivo del plátano. Lo explotaban en régimen de medianería (ellos vivían como señoritos sin dar golpe mientras que los obreros realizaban los trabajos en sus plataneras y se repartían los beneficios), lo que permitía una especie de ancestral servidumbre y de sometimiento amo/criado más propia de la edad media que de los tiempos que corrían y que se heredaba de padres a hijos como una fatalidad congénita e insuperable. El que nacía campesino moría como tal sin poder dar estudios a sus hijos y el que había salido del útero materno como propietario de unas pocas hectáreas de terreno cultivable sabía que tenía la vida garantizada desde la cuna hasta la tumba.
Tampoco puede decirse, frente a los tópicos habituales, que patronos y obreros nadaban en la abundancia o vivían en la opulencia[3], o que los primeros eran ricos por naturaleza y los segundos habían nacido para ser esclavos perpetuos y pasar esa condición casi genética a sus descendientes. Vistas con la perspectiva de la distancia y del tiempo, las cosas no eran así. Las penalidades, con harta frecuencia, afectaban a todo el mundo. Aunque bien es cierto que a unos más que a otros.
Hermigua representaba entonces el ejemplo de la lucha titánica del campesino con la tierra árida, agreste, yerma y la mayoría de las veces seca por falta de agua. El trabajo se realizaba en las condiciones más difíciles que el ser humano pueda imaginarse. El minifundismo, el monocultivo, el régimen de explotación agraria en régimen de aparcería, la mala calidad del suelo y la estructura de las plantaciones en forma escalonada a lo largo de las laderas imposibilitaba el empleo de maquinaria agrícola para hacer más llevaderas las penalidades del agricultor.
A todo ello había que añadir la dependencia del agua del cielo para regar las plantaciones y lograr buenas cosechas (debido a la falta de embalses) y de la del mar para poder exportar la producción en condiciones normales desde el desaparecido pescante de Hermigua (donde las aguas estaban casi siempre embravecidas) ante la falta de refugios y puertos seguros.
Si la miseria y la hambruna de los pueblos pueden medirse, en el campo económico, por la sobreexplotación del suelo y los escasos rendimientos de las cosechas, Hermigua era en 1933 el más claro ejemplo de ello. No sólo las medianías sino las zonas más elevadas de la villa habían sido desbrozadas de matorrales y malas yerbas y estaban plantadas de patatas, hortalizas y plataneras. Hasta el último centímetro cuadrado de tierra que pudiera cultivarse estaba explotado. De modo y manera que subiendo a las alturas de El Sabinal, El Cheje, Iboalfaro, La Palmita, El Corralete, La Laja, Los Aceviños o El Estanquillo a por papas o millo uno no podía saber si se encontraba en Canarias, en el Machu Pichu o en el Himalaya de no ser por la presencia del mar siempre en la lejanía.
Estaba claro que, de haber nacido en la isla, Adam Smith, el teórico de la revolución industrial, no hubiera escrito jamás La Riqueza de las Naciones. Otro de sus contemporáneos, Thomas R. Malthus, en cambio, hubiera encontrado terreno abonado para escribir su celebre y controvertida obra An Essay on the Principle of Population, donde habla de que los cada vez más escasos del planeta iban a ser insuficientes para alimentar una población que se incrementaba exponencialmente.
Porque Hermigua es el paradigma clásico de las teorías malthusianas, a las que tantos historiadores de la economía siguen echando mano para apoyar sus tesis: recursos económicos (bienes y servicios) limitados y un incremento de la natalidad (con una tasa de 3.6 hijos por mujer), que se dedicaba a lanzar oleadas de jóvenes y mayores a la emigración (a Cuba, a Venezuela y a Tenerife) como única forma de subsistencia y de encontrar la felicidad, la meta básica de todo ser humano al margen de apetencias políticas, sociales, culturales, económicas, según proclamaron los padres de la Constitución USA en 1787 y se reconoce en todos los países civilizados. Pese a todo, la República trajo a España, y en especial a Canarias, cosas buenas pero otras muchas extremadamente malas. Por primera vez desde el periodo de la Restauración, el reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, se recobraron las libertades básicas (de expresión, de asociación, manifestación) y una Constitución protegió y amparó todos estos derechos.
En Tenerife, los empresarios y las clases acomodadas se afiliaron al Partido Republicano Tinerfeño y más tarde fueron derivando hacia Acción Popular Agraria, Partido Radical, Asociación Patronal Agrícola y otros. Los obreros militaron inicialmente en el PSOE (el PCE se funda en las islas en torno a 1920 con Juan Pedro Ascanio a la cabeza) y en la Federación Agraria, un sindicato donde militan anarquistas, socialistas y comunistas.
Pero la Republica trajo la libertad pero no la prosperidad y, mucho menos, la felicidad, salvo para unos pocos. Por eso, en Hermigua, la mayoría de los medianeros y obreros se afiliaron enseguida a la Federación Agraria desde la que pretendían acabar con el régimen semi-feudal en que se desarrollaban sus condiciones de trabajo.
Pero, enseguida, se toparon con los patronos dispuestos a cegarles el camino, a hacer que las conquistas sociales que le otorgaba la Constitución se quedaran en papel mojado. Y aunque todos ellos, obreros, medianeros y patronos, defendían los mismos intereses se cruzó de por medio la política. Y ocurrió lo que muchas veces suele pasar. Algunos empresarios del sector platanero optaron por quedarse tuertos, si era preciso, si con ello dejaban ciegos a sus contrincantes e impedían que conquistaran sus derechos.
LA NEGATIVA DE LOS CACIQUES LOCALES A IMPEDIR QUE LOS OBREROS SINDICADOS TRABAJARAN EN UNA CARRETERA, DONDE NO SE JUGABAN SU DINERO YA QUE LA OBRA ERA PÚBLICA, ORIGEN DEL CONFLICTO
El detonante de los sucesos de Hermigua de 1933 fue la construcción de una carretera que debía unir el pueblo con la capital, San Sebastián. Era la única obra pública de envergadura que la Republica, con sus escasos recursos, no había paralizado pero que se realizaba a trancas y barrancas, con paros intermitentes muchas veces de meses, hasta el punto de que no se concluyó hasta 1944, cinco años después de acabada la Guerra Civil.
La obra formaba parte del Plan Nacional de Infraestructuras y del Circuito Nacional de Firmes Especiales del dictador Miguel Primo de Rivera quien modernizo por primera vez la red de caminos españoles, que no se habían tocado prácticamente desde la etapa de las calzadas romanas. En el caso de La Gomera trataba de rodear la isla mediante un anillo circular, uniendo la capital, San Sebastián, con el norte de la isla, pasando por los pueblos de Hermigua, Agulo, Vallehermoso y Valle Gran Rey.
La construcción de la calzada, como acabamos de decir, era de interés general y beneficiaba tanto a patronos como a obreros. A los primeros porque les permitía trasladar sus plátanos a la rada de San Sebastián, el único punto de la isla donde se podía fondear un barco con ciertas garantías, para enviarlos al extranjero. A los obreros, porque además de la maltrecha agricultura, la obra constituía la única forma de sustento para ellos, sus mujeres e hijos. Paralizarla o boicotear su construcción, era un acto criminal. Suponía condenar al hambre y a la emigración a muchos y permitir que el mal tiempo de la mar impidiera la exportación de las cosechas.
Pese a sus intereses comunes, patronos (dueños de explotaciones agrícolas, fundamentalmente) y obreros no se pusieron de acuerdo sobre su marcha. Acostumbrados a mandar y a que siempre, desde tiempos inmemoriales, se hiciera su santa voluntad sin rechistar, los pequeños “caciques” locales (en Canarias se da un peso excesivo a la palabra cacique, que en realidad no tiene) se negaron a dar trabajo a los obreros pertenecientes a la Federación Obrera, que eran la inmensa mayoría, alrededor de unas 500 personas entre jornaleros y medianeros.
Y ahí arrancó el conflicto allá por el año 1922. Amparados en la Constitución y en los derechos sindicales que esta les reconocía, los dirigentes de la Federación Obrera acudieron a Santa Cruz de Tenerife con sus quejas. Allí fueron recibidos por algunos de los 13 gobernadores civiles que hubo en la provincia (Rafael Rubio Carrión, de Acción Republicana en este caso) durante la II República, quien ordenó que las obras no se paralizaran y que se diera trabajo a todos los obreros que lo pidieran, en turnos rotatorios de 100 personas, toda vez que no había empleo para los 500.
Aunque no arriesgaban nada en el proyecto ya que el dinero invertido era publico, los ostentadores de la tierra y de los cultivos, se negaron a obedecer las órdenes de la primera autoridad civil de la provincia y, por ende, de la República. De modo y manera, que los responsables de la Federación Obrera acudieron de nuevo a pedir el apoyo del representante del Gobierno. Les recibió el nuevo Gobernador Civil Vidal Gil Tirado quien ratificó la decisión de su antecesor: el derecho al trabajo no se le podía negar a nadie.
En el acto ordenó mediante oficio y telegrama al capataz de la obra, un individuo al servicio de los dueños de la tierra, que admitiera a 100 obreros pertenecientes a la Federación los días 19 y 20 de marzo de 1933. Pero, tal y como estaba el ambiente de caldeado, debió haber hecho otra cosa: enviar además a una docena de Guardia Civiles, desde Santa Cruz de Tenerife, con órdenes tajantes de que se cumplieran a rajatabla sus órdenes.
Pero no lo hizo y eso desencadenó la tragedia. Cuando los 100 afiliados a Federación Obrera acudieron a las obras de la carretera a que les dieran el trabajo, no sólo no fueron admitidos sino que se les despidió con bromas de mal gusto y algunos de sus antiguos patronos a su paso por la carretera de Hermigua de vuelta a sus casas se les rieron en la cara.
Fue una afrenta innecesaria y estúpida. Esa tarde la Federación Obrera decidió hacer frente al hambre y a la miseria en que vivían sus mujeres y sus hijos convocando una huelga general, como se relató al principio.
Y fue así como, espoleados por varios dirigentes socialistas de Tenerife entre ellos el diputado Emiliano Díaz Castro, al que se le abrirían dos causas militares por ello, el 22 de marzo de 1933 se echaron a la calle un centenar de obreros decididos a paralizar todas las obras, a cerrar los comercios, cortar el riego, la luz eléctrica y a imponer la huelga general.
¿Qué hacer ante una protesta sindical, convocada legalmente? El comandante del puesto de la Guardia Civil del pueblo, el cabo Antonio Fuentes, contaba con dos agentes para contener a la masa enardecida y evitar que se cometieran desmanes. Los guardias estaban armados con viejos Mauser de la guerra del Rif y disponían de una dotación de diez cartuchos.
Obviamente, con aquellos medios y sin material antidisturbios que entonces no existía no se podía contener a una muchedumbre y mucho menos impedir de causaran cualquier tipo de desmán, que no ocurrieron. La solución lógica hubiera sido llamar a la Comandancia de la Guardia Civil de Santa Cruz de Tenerife y pedir refuerzos, tal y como se señalaba en las ordenanzas de la Benemérita. Pero el cabo Fuentes optó por prohibir la huelga, y hacer prevalecer su autoridad, pensando que bastaba salir a la calle con su uniforme verde y su tricornio para que los huelguistas depusieran su actitud.
Los sucesos de Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas donde la fuerza publica se vio desbordada por las masas, casi siempre obreras y campesinas, teniendo que disparar y causar numerosas muertes a la vez que ellos mismos sufrían sus propias bajas, no le echó para atrás sin o todo lo contario. La divisa del cuerpo “Todo por la patria”, justificaba este tipo de actitudes no siempre correctas ni ajustadas a Derecho.
Y eso que aquellos sucesos habían tenido repercusión internacional y habían cuestionado la eficacia de la república en sus primeros meses. En Castilblanco (Badajoz), La Guardia Civil mató a un jornalero durante una manifestación y los obreros asesinaron a cuatro agentes el 31 de diciembre de 1931. El Arnedo (Logroño), una marcha obrera es disuelta a tiros por un oficial que sigue órdenes del general José Sanjurjo matando e hiriendo a decenas de obreros. Ocurrió el 5 de enero de 1932. En Casas Viejas (10 y 11 de enero de 1933), un grupo de obreros que quieren proclamar el comunismo libertario, matan a dos Guardia Civiles. La Benemérita responde rodeando las chozas donde están los obreros, las incendian y “fusilan” a los supervivientes con “tiros a la barriga”, tal y como ordenó el presidente de la República Manuel Azaña a la fuerza actuante[6].
Para garantizarse el apoyo de una parte de la población, los que habían ostentado el poder desde antes de 1822, la fecha en que desaparece oficialmente había desaparecido el “régimen señorial” el día anterior a los hechos, el cabo Antonio Fuentes se reunió con los jefes de los partidos de derecha y les pidió ayuda.
--Lo único que les pido es que, si mientras estamos de patrulla en una parte del pueblo, los huelguistas asaltan o queman el cuartel nos den cobijo a nosotros, a nuestras mujeres e hijos – les pidió.
El seguimiento masivo de la huelga, al día siguiente, le causó un tremendo desasosiego. Desbordado por los hechos, a media mañana, decide trasladarse al cercano municipio de Agulo, distante unos 5 kilómetros, a traerse con él a los guardias del pueblo para reforzar la guarnición de la villa.
Para mayor escarnio de los huelguistas lo hace de manera chulesca, utilizando uno de los camiones que trabajaban en la obra de la carretera, llevando como conductor al capataz que les negaba el trabajo y el pan, y pasando a toda velocidad entre la multitud que se manifestaba por la zona de La Castellana, cerca de la playa, con riesgo evidente de atropellar a los que intentaron detener su avance.
La actitud del cabo Fuentes acabó de exaltar los ánimos en aquella calurosa e inquietante mañana. Y hasta los más templados decidieron entonces que nadie iba a pisotear su derecho de huelga. Para lo cual optaron por cortar la carretera colocando una barricada a la altura de El Palmarejo con el fin de dividir a la fuerza actuante en dos.
Pero no fue eso lo que ocurrió. De vuelta al cuartel del Valle Alto, sobre las dos de la tarde, con dos agentes de refuerzo, al encontrarse con la carretera cortada, el cabo Antonio Fuentes bajó del vehículo y, pistola en mano, les ordeno a los huelguistas que despejaran la vía.
LA MUERTE DE UN JORNALERO POR UN DISPARO DE LA GUARDIA CIVIL EXASPERÓ LOS ÁNIMOS. LA MUCHEDUMBRE ENAREDECIDA DESARMÓ A LOS AGENTES Y LOS ARROJÓ POR UN BARRANCO
La respuesta del centenar de concentrados, entre los que se encontraban varias mujeres en primera fila, fue que no iban a hacerlo ya que quien se había colocado fuera de la Ley era la Guardia Civil y no la Federación Obrera. La actitud de los manifestantes de no obedecer “las órdenes de la autoridad” acabó sacando de quicio al cabo que no podía tolerar que algunas mujeres comenzaran a golpear el camión y a lanzarle piedras.
Ante esta actitud, inmediatamente ordenó a los guardias que le acompañaban que echaran pie a tierra, que montaran sus armas y se colocaran en situación de prevengan por si era necesario hacer fuego.
Lo que pasó a continuación no está demasiado claro. Casi todas las versiones coinciden, sin embargo, en que al verse rodeado por los huelguistas y sin posibilidad de escapatoria el cabo dispara su pistola y ordena a los otros guardias abrir fuego a su vez.
Los manifestantes, que ya casi los tienen rodeados, se abalanzan entonces sobre ellos y tratan de desarmarlos. Pero en la refriega uno de los guardias logra disparar su Mauser y mata a uno de los huelguistas, el obrero Antonio Brito Brito y hiere a otros dos. Con los ánimos exaltados y ya sin control alguno de sus actos los manifestantes acaban obligando a los agentes a lanzarse al vacío desde el borde de la carretera e incluso les empujan. En el acto mueren el cabo Antonio Fuentes y el guardia José Cano sobreviviendo muy malherido el tercer agente, José Garrote, al hacerse “el muerto” e impedir que la muchedumbre siguiera golpeándolo.
El Gobierno que hasta entonces había mantenido una actitud confusa, temerosa y pusilánime, a la vista de los acontecimientos, decide actuar.
Siguiendo ordenes del presidente de la República, Manuel Azaña y del ministro de la Gobernación, Santiago Casares Quiroga, el Gobernador Civil de Santa Cruz de Tenerife, Gil Tirado, envía a Hermigua a una sección de la Guardia Civil mandada por el teniente coronel teniente coronel Juan Vara Terán, Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de la provincia.
Nada más desembarcar del vapor Viera y Clavijo los agentes comienzan a practicar detenciones e interrogatorios, utilizando los testimonios de las viudas de los propios agentes muertos y de muchos propietarios de fincas, que se convirtieron en acusadores. De esta manera, la Federación Obrera quedó desmantelada y sus cuadros son detenidos en espera de juicio instruido bajo la jurisdicción castrense, al tener los agentes muertos el status de policía rural adscrita al Ejército, con doble dependencia del ministerio de la Gobernación y del ministro de la Guerra, cargo que se había reservado para si el presidente de la República Manuel Azaña. También son investigados medio centenar de vecinos del pueblo por unirse a la protesta. Durante los meses que siguieron y bajo las instrucciones del comandante general de Canarias, general Enrique Salcedo Molinuevo, se instruye la causa 10/1933 por el delito de agresión a fuerza armada con resultado de muerte en la que están incursos todos los encarcelados (27 detenidos inicialmente y otros diez más adelante) y se practican las pruebas testifícales, periciales y forenses pertinentes al caso.
El juicio se celebra en el desaparecido Cuartel de San Carlos en junio de 1934, con la CEDA y los radicales de Alejandro Lerroux en el poder y las izquierdas fuera del ejecutivo. Preside el Tribunal Militar el teniente coronel de Infantería José Gómez Rumeu. Treinta y siete jornaleros, entre ellos cinco mujeres, algunos de los cuales no saben leer ni escribir, se sientan en el banquillo de los acusados.
Pese a estar en la oposición, el PSOE está decidido a defender a los trabajadores de la Federación Obrera de Hermigua con uñas y dientes y manda a Santa Cruz de Tenerife a dos de sus pesos pesados. Los enviados como abogados defensores fueron Juan-Simeón Vidarte, vicesecretario general del PSOE y hombre de confianza de Indalecio Prieto, diputado por Badajoz y ex secretario general del Congreso de los Diputados y el prestigioso penalista, catedrático de la Universidad Central de Madrid, Luis Jiménez de Asúa, diputado y presidente de la comisión parlamentaria que elaboró la Constitución de 1931, autor de un Tratado de Derecho Penal (siete tomos), considerado una de las mayores aportaciones al derecho criminal.
Los dos habían intervenido meses antes como letrados en los sucesos de Casas Viejas y en otros asuntos parecidos y tenían amplia experiencia en la materia. Les auxiliaban, siete abogados tinerfeños, entre ellos, Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa, comunista, que sería diputado a Cortes en 1936, y José Carlos Schwartz Hernández, alcalde de Santa Cruz de Tenerife, los dos fusilados nada más empezar la Guerra Civil.
Por su parte el ministerio público había puesto también toda la carne en el asador. El fiscal que llevaría el caso desde principio a fin era Lorenzo Martínez Fuset, un jurídico militar y notario nacido en Baeza y destinado por entonces en Canarias, donde más tarde compaginaría su cargo de Fiscal Militar con el de jefe de seguridad de Carmen Polo de Franco y de su hija, Carmencita. Nombrado Jefe de la Auditoria de Guerra en el cuartel de los sublevados, meses más tarde, los propios servidores del régimen le consideraban un tipo duro, que solía extralimitarse en sus funciones, y pedir demasiadas penas de muerte.
Conociendo al personaje, no resulta extraño que durante la vista oral por los sucesos de Hermigua Martínez Fuset comenzara pidiendo 20 penas de muerte para los acusados y otras tantas de reclusión mayor para otros reos. Sin embargo, muchas de sus acusaciones fueron refutadas por infundadas y contradictorias por los letrados Juan-Simeón Vidarte y Jiménez Asúa. Vidarte, por ejemplo, echó la culpa de los incidentes al caciquismo local:
“Los fascistas de Hermigua estaban de enhorabuena. Con burlas y bromas insolentes vieron regresar del tajo al centenar de obreros al que reiteradamente se habían negado a recibir el contratista. Frente a aquel escarnio los trabajadores se rebelaron y el paro fue absoluto en el pueblo”.
Jiménez Asúa, por su parte, resalta la pésima actuación de la Benemérita:
"Fue entonces cuando el comandante del puesto, inopinadamente, se echó hacia atrás, dio las voces de 'carguen' y de 'fuego' y disparó su pistola contra la multitud... Cuando los números iban a hacerlo y los grupos los rodearon para salvar su vida. La muchedumbre, exaltada y contagiada por el furor de los agentes, al querer quitarles las armas al cabo y al guardia Garrote, los arrojan por el barranco".
Así y todo, acabado el plenario, el 9 de julio de 1934 se hace publica la sentencia: cinco de los imputados [Leoncio Fagundo Hernández, Francisco Martín Negrín, Avelino Navarro Méndez, Manuel Avelino Perdomo Plasencia y Vicente Valladolid Mesa] son condenados a la pena de muerte y once más a penas de prisión que oscilan entre los 20 y los 2 años. Otros diecisiete, entre ellos una mujer, resultaron absueltos.
Los acontecimientos de Hermigua tuvieron, sin embargo, su lado positivo para el movimiento obrero de la isla. En las elecciones generales de finales de 1993, uno de sus representantes, Fernando Ascanio Armas, se presenta como candidato del Frente Obrero y Campesino, sustituyendo al orotavense Lucio Illada. Y obtiene la mayoría en Hermigua, Vallehermoso y algunos pueblos de la isla de La Palma. Pero no llega a pisar el Palacio de la Carrera de San Jerónimo.
La contrapartida fue la unificación y el crecimiento de las derechas en el municipio, que pasan ya a enfrentarse abiertamente al bloque de izquierdas hasta convertirse en dos grupos irreconciliables y antagónicos durante la Guerra Civil y la postguerra. El promotor e “ideólogo” de este bloque fue el guardia civil, José Garrote de Pedro, herido en los sucesos de meses antes y que había salido con vida, como hemos dicho, al “hacerse el muerto”. Nombrado comandante de la Benemérita del puesto de Hermigua aprovechó su “autoridad” para potenciar las candidaturas de derecha y, en especial, a la Falange, que bajo el mando de Antonio Fragoso y otros logró un fulgurante desarrollo.
De modo y manera que cuando el 18 de julio de 1936 se desencadena la Guerra Civil se presentan como voluntarios para acudir al frente nada menos que 56 supuestos seguidores de José Antonio Primo de Rivera o que se declaran a si mismos fascistas, radicales, católicos o apolíticos.
Como es habitual en todas las revoluciones y contiendas, muchos eran antiguos socialistas y afiliados de UGT que cambian de bando sobre la marcha y otros, monárquicos o independientes. La mayoría pide ir al frente, a primera línea, y acaban en la batalla de Brunete, mientras los “señoritos” del pueblo se quedan en Tenerife en labores de “saca”, vigilando las cárceles de Fiffes o dando “paseos” a sus vecinos 17 de los cuales, incluidos los condenados a muerte, y otros como el maestro Enrique Biscarria, que no figuraba en la causa, fueron ejecutados o desaparecieron.
AL INICIARSE LA GUERRA CIVIL, 17 AFILIADOS AL SINDICATO OBRERO SE HACEN FALANGISTAS. A ALGUNOS DE ELLOS SE ATRIBUYEN LOS “PASEOS” DE SUS COMPAÑEROS
Los sucesos de Hermigua constituyeron, no obstante, un elemento de referencia de las izquierdas para organizar la huelga general de octubre de 1934, especialmente en Asturias, Vizcaya y Cataluña con la que las izquierdas pretendían el asalto al “palacio de invierno”.
Entre tanto, mientras los condenados del municipio seguían encarcelados, en Moscú se celebraba entre julio y agosto de 1935 el VII Congreso de la Internacional Comunista que iba a cambiar la historia de España, de Canarias y de los propios presos. Allí los principales líderes comunistas, entre ellos los españoles Dolores Ibarruri, José Díaz y Vicente Uribe, escuchan por primera vez de los labios del secretario general de la Komintern, el búlgaro Jorge Dimitrov, que el “comunismo ha fracasado en toda Europa” y que la única posibilidad del triunfo del proletariado sobre la burguesía radica en admitir el sistema democrático de los países occidentales, infiltrarse en su estructura de poder como una especie de caballo de Troya y dinamitarlos desde dentro.
AL INICIO DE LA CONTIENDA, 17 PERSONAS, INCLUIDOS DOS DE LOS ABOGADOS, UNO DE ELLOS DIPUTADO, SON “PASEADOS” O “DESAPARECEN”. OTRO PARLAMENTARIO, EMILIANO DÍAZ CASTRO, SALVÓ LA VIDA POR LOS PELOS
La nueva estrategia de Moscú, que se sigue con ilusión en la cárcel, establece la unificación de los partidos comunistas y socialistas, de sus juventudes, sindicatos y demás órganos de encuadramiento de masas en Francia y España para concurrir a las elecciones generales en un Frente Popular.
Los comicios se celebran el 14 de febrero de 1936 y aunque haya que esperar al 4 de marzo (a una especie de segunda vuelta) para conocer los resultados, la entrega del poder a las izquierdas por Manuel Portela Valladares antes de conocerse el escrutinio definitivo, llenó de júbilo y satisfacción a los presos de Hermigua, encarcelados desde marzo de 1933.
Un rayo de esperanza se oteaba en el horizonte. Tras la represión sufrida por la Federación Obrera por los gobiernos de derechas en el segundo bienio, ahora, con el Frente Popular, las cosas podían cambiar. Por fin, las largas jornadas de lucha para pedir la amnistía para los reclusos de Hermigua iban a dar sus frutos.
Entre otras cosas, porque en la candidatura que alcanza el triunfo en Tenerife, se encuentran dos de los letrados que más interés han puesto en defender la inocencia de los presos gomeros, el diputado del Puerto de la Cruz Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa, presidente del Frente Popular tinerfeño, y el socialista Emiliano Díaz Castro entre otros.
Tras reunirse en Madrid con Manuel Azaña, futuro presidente de la República, y con Indalecio Prieto los presos salen en libertad y regresan amnistiados a su pueblo, donde reciben el homenaje de los suyos, y vuelven a abrazar a sus familiares y a reanudar su vida como si nada hubiera pasado.
La felicidad les duró muy poco. En la madrugada del 14 de julio el capitán de la Guardia Civil, Fernando Condés, fue a visitar a Juan-Simeón Vidarte, uno de los defensores de los presos de Hermigua, y a Indalecio Prieto (por este orden) y les comunicó que él y otros habían secuestrado al diputado José Calvo Sotelo se les había ido la mano y lo acababan de asesinar.
Cuatro días más tarde, al producirse el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, las fuerzas de derechas de la villa, con el cabo José Garrote de Pedro al frente, se hacen con el control absoluto del municipio. Horas después, los protagonistas de los sucesos de marzo de 1933 son detenidos, encarcelados y torturados por los falangistas. Sus mujeres e hijos, obligados a tomar aceite de ricino y a barrer el pueblo con las cabezas rapadas al cero.
Solo uno de los dirigentes de la Federación Obrera de la Gomera, el comunista Guillermo Ascanio Moreno, de Vallehermoso, ingeniero formado en Berlín, logra salvar la vida y se traslada a Madrid donde en 1936 organiza el Batallón de Canarios Voluntarios para la defensa de la capital. De allí pasa a mandar la VIII División del Ejército del Centro. Hasta el 5 de marzo de 1939 en que el coronel Segismundo Casado da un golpe de Estado y rinde la capital de España al general Franco. Entonces, Ascanio se subleva contra sus mandos y, al frente del II Cuerpo de Ejército, se dirige al norte de Madrid para intentar salvar a la Republica. Detenido, sería fusilado el 4 de julio de 1941. Su caso es equiparable al del tinerfeño del bando republicano, Juan Perea Capulino, que de soldado raso acabó de general y terminó mandando el XXI Cuerpo de Ejército en la Batalla del Ebro y finalmente todo el Ejército del Este.
El resto de los protagonistas de los sucesos de la villa de Hermigua, tras sufrir todo tipo de vejaciones y humillaciones son trasladados en barco desde San Sebastián de la Gomera hasta el puerto de Santa Cruz de Tenerife para ser puestos a disposición de la nuevas autoridades judiciales y encarcelados en la prisión de Fiffes. Solo unos pocos llegaron. La mayoría fueron arrojados al mar con las manos atadas a la espalda y una piedra al cuello, en un acto de crueldad y salvajismo inenarrables.
Se cumplía así, aterradoramente, las premonitorias frases de Manuel Portela Valladares “reciben ustedes el poder con el tigre en la puerta” y de Indalecio Prieto publicadas en El Liberal de Bilbao el 15 de julio de 1918, tras el entierro en el cementerio del Este de Madrid del teniente Castillo y de José Calvo Sotelo, uno recibiendo “honores” militares de la Guardia de Asalto y el otro de la Guardia Civil, reflejo vivo de las dos españas.
“Si la reacción sueña con un golpe incruento, como en 1923, se equivoca (…) Esta será una batalla a muerte. Cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel”.
En Hermigua, tristemente en Hermigua, sus presagios se cumplieron con creces. Con un importante matiz. Aunque el municipio no fue declarado nunca zona de guerra – si lo fue por unos días el cercano de Vallehermoso-- las víctimas fueron en su mayoría sus propios correligionarios. Con otro añadido. Los verdugos, en muchos casos, los amigos de la infancia, del colegio e incluso los compañeros de sindicato, como ocurrió en otras partes de España, entre ellas Badajoz, Málaga, Bilbao o Santander.
De ahí que los cadáveres jamás hayan sido encontrados. Por lo que en este caso la consabida frase latina Sit tibi terra levis habría que cambiarla por esta otra Sit tibi mare levis aunque tal vez a muchos lectores les parezca una monstruosa herejía. Arrojar a decenas de hombres al agua con una piedra al cuello no es una muerte digna sino un acto de crueldad innecesario. Incluso para sus verdugos, de haberse producido la invasión de España por los aliados tras la II Guerra Mundial.
 Los sucesos de Hermigua tuvieron trascendencia nacional. En la primera foto puede verse a los nueve abogados del caso, presididos por  Luis Jiménez Azúa, padre constitución republicana y uno de los mejores juristas españoles de todos los tiempos; Juan-Simeón Vidarte , diputado Badajoz y miembro ejecutiva PSOE. Fue secretario del Congreso de los Diputados en primera legislatura y (3) el diputado tinerfeño Emiliano Díaz Castro. Éste fue encarcelado por incitar a la violencia en Hermigua y se le abrió causa separada del resto de los presos dos veces. Resultó absuelto. Iba en barco a Madrid el 18 de julio de 1936 junto con otro de los letrados, el diputado por el Puerto de la Cruz Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa (asesinado). Al enterarse de los sucesos Luis Rodríguez Figueroa se baja del vapor en Cádiz y es detenido. Lo traen a Tenerife y lo matan. Emiliano Díaz Castro continúa rumbo a Barcelona. Desciende allí y gracias a eso salva la vida. La segunda foto corresponde a un plano de Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa. En la tercera aparece Guillermo Ascanio Moreno, de Vallehermoso, fusilado en 1941 tras mandar un cuerpo de Ejercito en Madrid. La cuarta es un viejo retrato del pescante de Hermigua. La quinta, refleja el lugar aproximado donde ocurrieron los sucesos.
 Las Cortes de Cádiz de 1812 en su artículo 10 establecen el alcance del territorio nacional pero no entran en detalles acerca de su estructura por municipios, provincias o regiones. En 1822 se promulga una División Territorial de España de Fernando VII y en 1833 la Ley de Plantas de Javier de Burgos.
 El 31 de marzo de 1933 lo aseguraba así el diario ABC
 José Ramón Fernández Díaz, Antonio Lara Zárate, Enrique Izquierdo Jiménez, Rafael Rubio Carrión, Vidal Gil Tirado, Juan C. González Quesada, Rufino Blanco Fombona, Rafael de Pina Milán, Enrique Malboysson Ponce, José Nofre Jesús, Tomás Salgado Pérez, Enrique Martínez Ruiz-Delgado y Manuel Vázquez Moro. Algunos de ellos ostentaron el cargo horas o días.
 Por un supuesto delito de “incitar a la violencia” en Hermigua fue encarcelado el 4 de abril de 1933 y puesto en libertad por falta de pruebas el 20 de mayo de ese año.
[6] Diario de Sesiones del Congreso. Los sucesos de Casas Viejas provocaron la caída del gobierno republicano-socialista de Azaña, al perder apoyos por la derecha y la izquierda.
 Si por una catástrofe atómica se perdieran todos los escritos sobre Derecho Penal pero se salvase el Tratado de Jiménez de Asúa, no se habría perdido nada. (Nelson Hungría)
 Francisco Franco embarcó en Cádiz el 9 de marzo de 1936 con destino a Tenerife. Poco antes el gobierno del Frente Popular le había nombrado nuevo comandante militar de Canarias para impedir el inminente golpe de Estado.
 Hasta el cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, censuraba sus juicios sumarísimos seguidos de ejecuciones masivas por lo que, tras la guerra, fue “desterrado” a Las Palmas.
 El condenado a 20 años de reclusión mayor fue Domingo Medina Santos, que había resultado herido grave en el tiroteo.
 En el texto figuran cuatro personas apellidadas Ascanio, dos de Hermigua, Fernando y Pablo Ascanio Armas, y dos de Vallehermoso, Juan Pedro Ascanio García y Guillermo Ascanio Moreno. Todos ellos pertenecían a familias acomodadas de las islas. La familia de Ascanio Moreno era la propietaria, por ejemplo, de los terrenos donde se asienta la refinería Cepsa de Santa Cruz de Tenerife.
 El 5 de marzo de 1937, un total de 56 vecinos de Hermigua se habían unido a la Falange y al Movimiento Nacional, según acta del jefe local de Falange, Antonio Fagundo Fragoso. “Todos son personas de mi más absoluta confianza, los cuales al poco de iniciarse el Movimiento Nacional, vieron la salvación de España y no dudaron un solo momento en ofrecerse voluntarios para servirla”, afirma Fagundo. La mayoría de ellos acabarían en el frente de Brunete (6 al 25 de julio de 1937). Veintitrés de ellos, afiliados a Falange, no salieron de Tenerife. Otro dato curioso, 18 habían pertenecido a UGT.
 Voluntarios de derechas en la Guerra Civil por Hermigua: Alonso Trujillo Mora, José Mendoza Trujillo, Luis Trujillo Fagundo, Raúl Méndez Aguilar, Norberto y Domingo Méndez Suárez, Ángel Bencomo León, Nicolás Bencomo Rodríguez, Francisco Santamaría Villena, Saturnino Trujillo Trujillo, Agustín Brito Nieblas, Antonio y Sebastián Bencomo Bento, Santiago Méndez Pérez, José Aguiar Rodríguez, Manuel Méndez Méndez, Francisco Bencomo Mendoza, Manuel Trujillo Fagundo, Juan Méndez Pérez, Vidal Pérez Moreno, Domingo Herrera, Vicente Pérez Méndez, Domingo Trujillo Trujillo, José Barrera Hernández, Antonio Lemus Amaro, Vicente Herrera Clemente, Francisco Medel Amaro, Ramón Plascencia Hernández, Alfonso Méndez Suárez, Rafael Bencomo Rodríguez, Pedro Cubas Darias, Asencio Herrera Trujillo, Manuel Santos Trujillo, Amadeo Izquierdo Izquierdo, Alberto, Virgilio y Miguel Trujillo Fragoso y Antonio Fagundo.
 Ex sindicalistas miembros de UGT y CNT que figuran en un listado de Falange como adheridos al Movimiento Nacional una vez disuelta la Federación Obrera: José Negrín Domínguez, Benjamin Mora Cabrera, Domingo Cabrera Marichal, José Pérez Moreno, Ángel Medina Sánchez, Ramón Brito Medina, Juan Hernández Prieto, José Alzola Pineda, José Arteaga Alzola, Domingo Pineda Herrera, Juan Morales Mendoza, Domingo Herrera Piñero, Manuel Cubas Hernández, José Magdalena Torres, Ramón Correa Herrera, Ramón Pineda Alzola, Manuel Fragoso Fagundo y José Almenara Herrera
 El 29 de octubre de 1934 son clausurados sus locales de la Federación Obrera de Vallehermoso, construidos en terrenos de Guillermo Ascanio. El sindicato, sin embargo, sigue funcionando en el resto de los municipios de la isla.
 Entre ellos los hermanos Fernando y Pablo Ascanio Armas. Las personas ejecutadas por los pistoleros de Falange y otros fueron Leoncio Fagundo Hernández, Francisco Martín Negrín, Avelino Navarro Méndez, Manuel Avelino Perdomo Plasencia, Vicente Valladolid Mesa, José León Piñero, Domingo Rodríguez Henríquez, Juan Martín Hernández, Antonio Martín Hernández, Antonio Hernández García, Manuel Casanova Medina, Jesús Chávez, Tomás Brito Méndez, Enrique Bizcaría, Antonia Pineda Prieto y su hijo recién nacido y Fernando y Pablo Ascanio Armas. Tal vez habría que añadir al alcalde de Santa Cruz y a un diputado por el Puerto de la Cruz, ya citados, defensores de los acusados y de otros casos parecidos.

sábado, 3 de mayo de 2014

¿Socialismo o Liberalismo.?

Liberalismo.

El liberalismo político comienza con la lucha de la burguesía contra el poder absolutista de la nobleza, esta lucha se dio en el período de transición que va del feudalismo a la primera etapa del capitalismo burgués. El liberalismo es una ideología política que, desde un principio, abogó por la igualdad formal frente al poder jerárquico y hereditario. Su bandera de lucha fue la de la igualdad de oportunidades para todos, de tal suerte que las riquezas se incrementasen con base en la libre circulación de capital. Gracias al liberalismo, la sociedad civil ya no estaría mas regulada por el |statu quo sino por contratos que facilitaran las libre circulación de mercancías y de propiedades, pues fundamentaba su acción en la posibilidad de construir una sociedad libre en donde la sociedad fuera el resultado de la construcción de individuos libres que se relacionaran entre sí por sus propias capacidades y por lo que habían adquirido con dichas capacidades; estas relaciones sociales deberían estar guiadas por el intercambio entre propietarios y la política seria el mejor medio para mantener la protección a la propiedad y mantener el orden en las relaciones de cambio. Es así como en el siglo XVI se acaba con la autoridad eclesiástica en lo que a la protección y control de la economía se refiere, haciendo que el Estado reemplazase a la Iglesia como vigilante del bienestar económico de la sociedad. El liberalismo es una ideología que se establece de acuerdo con el supuesto del derecho natural en el cual los hombres nacen libres e iguales y deben permanecer a lo largo de su vida de esta manera. La igualdad se entiende de manera formal; es decir, ante el Estado, todos los hombres son iguales, así esto no quiera decir que como personas individuales lo sean; la igualdad se establece ante la ley y ayuda a facilitar el desarrollo de la personalidad y de la propiedad, lo que hace que el Estado tenga limites en su capacidad de intervención de dichas libertades. El liberalismo político expresó claramente, en todas las constituciones que se proclamaron en su nombre durante los siglos XVII, XVIII, XIX y XX, que todo lo que no esta expresamente prohibido esta tácitamente permitido; es por esto que, en la mayoría de los países en los cuales el liberalismo político esta vigente, hay un poder ejecutivo, legislativo y judicial pues tienen que existir controles que impidan que la anarquía o el despotismo imperen al interior de un estado.

Socialismo y progresismo. 

Socialismo es un sistema economico en el que los medios de produccion, es decir, el capital, es de propiedad social, y esta propiedad social es administrada de manera democratica. Por ejemplo, en el socialismo un medio de produccion como por ejemplo una fabrica, es propiedad de los ciudadanos del pais. Esto quiere decir que los salarios de los trabajadores y los precios de los productos de la fabrica son decididos de manera democratica por los habitantes del pais, y las ganancias de la frabrica, de existir, son administradas tambien de manera democratica. Se diferencia del comunismo ya que en el comunismo no hay propiedad privada ni de los medios de produccion ni de los bienes de consumo. En el socialismo los bienes de consumo son de propiedad privada pero no los medios de produccion. Si por ejemplo tu tienes un casa, o un coche o una tierra, y la usas para tu consumo propio, para vivir en tu casa, para manejar tu coche, para cultivar tu tierra, no hay problema con el socialismo. En cambio si alquilas tu casa, si alquilas tu coche, o si contratas campesinos para que trabajen tu tierra, entonces alli la sociedad interviene y los precios del alquiler, los salarios de los campesinos, y la escogencia de los empleados no dependen de ti sino de la sociedad en su conjunto.

PROGRESISMO

"progresismo" en general la tendencia política que tiene como finalidad la modificación paulatina y continua del estado de las cosas para tender hacia un mejor estado. Es decir, de hacer posible un "progreso" en la sociedad (una mejora de las condiciones humanas a lo largo de la historia). Es un término que proviene de la ilustración y en especial del socialismo, y se aplica sobre todo a la socialdemocracia, la parte del socialismo que intenta construir el ideal socialista mediante reformas desde dentro del sistema democrático. Se oponía dentro del socialismo al comunismo, que pretendía construir el estado ideal mediante la revolución. Aunque es un término originariamente político, es aplicable independientemente de su origen a cualquier disciplina sobre la cual se pretenda establecer un progreso, una mejora continua a lo largo de la historia que haga las cosas mejores y más acordes a determinado fin moral. En el caso del cristianismo, los progresistas son los que intentan modificar la práctica del cristianismo para hacerla más acorde a los nuevos tiempos, y acercar la realidad al ideal cristiano. Por ejemplo pueden ser progresistas los que defienden el matrimonio de sacerdotes, el sacerdocio femenino, una menor rigidez en ciertos temas que puedan parecer arcaicos, etc. Desde este punto de vista ciertas funciones y formas en el cristianismo no se deducen del mensaje de Cristo sino que responden a condicionantes históricos que han de poderse ir superando. Frente al progresismo está el conservadurismo, que considera que las normas morales y las prácticas correctas son eternas e inmutables, y que no hay nada que cambiar al ir cambiando la sociedad, ni tender a ningún fin histórico que no sea la aplicación de las normas ya establecidas (es decir, es contrario a todo relativismo moral, pues considera que todo debe deducirse de principios morales rígidos e inequívocos, y no de determinados condicionanes históricos, por ejemplo). La dualidad progresismo/conservadurismo puede aplicarse en todo, en política, en religión, en economía... Dado que es el evolucionar desde una situacion o defender los criterios aceptados en determinado momento, el conservadurismo puede ser muy distinto en un momento y en otro. En el siglo XVIII ser conservador era ser absolutista, porque era lo que estaba vigente entonces. La democracia y el liberalismo eran un sueño de los progresistas de entonces. Hoy ser conservador es ser demócrata-liberal, porque es el sistema vigente en este momento, y considerar que ese sistema no tiene ya nada en qué mejorarse. En economía según vengamos de un ciclo más liberal lo conservador es ser más liberal. Y si venimos de un ciclo regulado, lo conservador es mantener esa regulación

Grandes guerreros

La Primera Batalla de Acentejo, conocida también como La Matanza de Acentejo (aunque se debería llamar la Victoria de Acentejo)  , fue una batalla que se produjo durante laconquista de la isla de Tenerife, en el Barranco de Acentejo en el año 1494. aunque su fecha no puede atribuirse con exactitud, se estima que pudo haber ocurrido en mayo. Esta batalla da lugar al nombre del municipio homónimo en el norte de Tenerife, el cual, a su entrada, tiene un mural conmemorativo de este episodio. Es considerada como uno de los episodios más importantes de la Historia de Canarias, especialmente, por ser la principal derrota del ejército castellanodurante la Conquista de Canarias en el siglo XV.

Contexto histórico.

Tras la conquista de la isla de La Palma en1493, todas las islas del archipiélago quedaron bajo mando castellano, a excepción de la isla de Tenerife, que seguía controlada por los guanches. Las tropas castellanas se internaron en Tenerife para poder tener el control de todas las islas, pero se encontraron con una resistencia mayor de la esperada. La contienda enfrentó, por una parte, a los originales la isla de Tenerife, capitaneados por el Mencey de Taoro, Bencomo, asistido por su hermano Chimenchia, y, por otra parte, al ejército castellano, en el cual también se integraron originales de la propia isla (Menceyato de Güímar) como de otras (Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria), capitaneados por Alonso Fernández de Lugo.

Desarrollo de la batalla.

El ejército castellano se adentró desde el campamento en el territorio de Taoro, se apoderó de animales que pastaban por la zona y, confiándose al no encontrar presencia de los guanches, emprendió el camino de regreso. Por otra parte, el ejército aborigen los vigilaba y seguía por el monte para esperar la oportunidad de tenderles una emboscada, lo que se produjo en el barranco de Acentejo. Éste era un lugar de monte, con una cuesta hacia arriba con presencia de matorrales y arbustos, presentando una desventaja táctica a los jinetes castellanos, y, al mismo tiempo, una ventaja a los antiguos pobladores de Tenerife, ya que eran oriundos de esta zona.El desenlace de la batalla se saldo con una victoria de los pobladores tinerfeños, utilizando como armas principalmente las pedradas y los bastonazos, frente a un ejército castellano tecnológicamente superior, obligando a los soldados castellanos supervivientes a retirarse a su campamento en Añaza (actualmente enSanta Cruz de Tenerife). Se dice que el pueblo de La Esperanza tiene ese nombre debido a la esperanza de salvación de los castellanos tras la huida de la batalla, al divisar desde esa zona montañosa el campamento en la costa.El propio Alonso Fernández de Lugo salió malherido, pero pudo salvar su vida gracias a la ayuda de Pedro Benítez el Tuerto.

Historia del héroe Mananidra.

En una relación anónima datada en los siglos XVII ó XVIII aparece recogida una historia que narra otro suceso acaecido tras la Primera Batalla de Acentejo: un grupo de aborígenes de Gran Canaria que lucharon junto a las castellanos se vieron obligados a refugiarse en una peña dentro del mar, a la que llegaron a nado, para huir de sus perseguidoresguanches. Durante el pequeño trayecto a nado varios hombres fueron atacados por un tiburón, que mató a algunos de ellos. Tras dos días de espera en dicha roca su capitán, llamado Mananidra, decidió tirarse al mar con un cuchillo como arma con el fin de acabar con el tiburón y permitir el regreso a tierra de sus compañeros. Tras protegerse los brazos con una capa y unos pellejos enrollados se lanzó al mar y cuando el tiburón le atacó le hirió en el vientre varias veces hasta matarlo.

El gran gomero

Memoria Histórica Canaria (XIII): Guillermo Ascanio Moreno, un gomero revolucionario

Pocos podían imaginar que ese niño nacido en 1907, en el seno de una familia burguesa de un lugar de La Gomera llamado Vallehermoso se convertiría en uno de los grandes revolucionarios que dio Canarias en el siglo XX.Guillermo Ascanio conoce de primera mano la realidad de una sociedad caciquil, dominada por unas élites terratenientes que, conjuntamente con el poder de las empresas extranjeras dedicadas a la exportación de plátanos fundamentalmente, ejercían un férreo control sobre el campesinado y un incipiente proletariado agrícola que vivía al servicio de las empresas plataneras. La sociedad en la que pasa sus primeros años está caracterizada por las profundas desigualdades, un estricto control social, una economía extremadamente dependiente y unas cifras brutales de analfabetismo, una realidad que puede asimilarse a un mundo semifeudal y semicolonial. Datos de la época demuestran que mientras que Madrid tenía un 30% de población que desconocía los rudimentos básicos de la escritura y la lectura, en Canarias esas cifras alcanzaban el 90%.La posición social de su familia le permite estudiar, primero en La Gomera y más tarde en Santa Cruz, La Laguna, Las Palmas, Barcelona y Berlín. A comienzos de la década de los treinta Guillermo, en medio de una sociedad que vive en una profunda crisis política con la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, decide tomar un activismo político definido. A los 23 años funda las Juventudes Republicanas en La Gomera y junto a otros jóvenes gomeros comprometidos, como el poeta Pedro García Cabrera,  crea Juventud Gomera, una organización que agrupa a jóvenes intelectuales que tendrán su principal órgano de expresión en el periódico “El Altavoz”.Aunque Guillermo Ascanio colaboró en la creación de las primeras secciones de las Juventudes Socialistas en La Gomera e incluso se afilió a la CNT durante su estancia en Barcelona, ya en “El Altavoz”, en el año 1930, no dudaba en hablar públicamente de su admiración por el partido comunista y su acción política, que consideraba la más adecuada en ese momento, organización en la que empieza a militar oficialmente tras su fundación en Canarias en el año 1933.A pesar de que su brillante carrera como estudiante lo mantuvo separado de Canarias no estuvo en absoluto alejado de la realidad isleña. Jacinto Barrios Capilla, autor de “Lucha, pasión y muerte del Comandante Ascanio” escuchó de los labios del propio Ascanio, durante la batalla de Madrid, numerosos relatos sobre La Gomera, la miel de palma o el gofio, recordando “el suave acento canario del Comandante Ascanio…”. En sus viajes a la isla de La Gomera Guillermo colaboró activamente en la constitución de incipientes células comunistas y en el refuerzo de la Federación Obrera. Su hermana Amelia, tuvo una activa labor como educadora de los trabajadores y trabajadoras de las plataneras y el mismo colaboró incluso donando los terrenos que servirían para establecer la sede, a mediados de los años treinta, de esta Federación, que años después serviría de espina dorsal de uno de los más relevantes casos de resistencia activa al golpe fascista en Canarias.La acción inicial de los jóvenes gomeros trata de aglutinar a las distintas familias de la izquierda existentes en la Isla. En el medio de opinión de Juventud Gomera dicen claramente en octubre de 1930 que “La Gomera posee un minimun de problemas inmediatos planteados, que exigen cooperación, aunque sea accidental, de toda su juventud, en especial aquella bien orientada que milita en campos afines a nuestra ideología, de la que posee programas y tácticas de transformación radical”. Aunque en el número del 10 de noviembre de 1930 el propio Guillermo valora la necesidad de una revolución y destaca concretamente el papel positivo de los comunistas en esta labor. Además indica ideas que se desarrollan en textos posteriores, criticando que los republicanos por  “…cambiar solamente el nombre de Monarquía por República y continuar la misma organización estatal”. Ascanio igualmente reclama que se legalice al partido comunista y que se produzca el “…reconocimiento del derecho de las regiones a proclamar su independencia…”, una posición que se puede encuadrar perfectamente en las posturas defendidas por las organizaciones marxistas sobre la cuestión nacional durante las décadas de los veinte y los treinta.Guillermo Ascanio con su formación personal y política se convierte en un extraordinario analista de la realidad que le rodea. Colabora activamente en medios como el ya mencionado “El Altavoz”, “La Prensa”, el semanario “Espartaco”  o en el órgano del Batallón Canarias en la defensa del Madrid republicano, el “Canarias Libre”. Sus ideas evolucionan desde un regeneracionismo juvenil, que se pretendía oponer al modelo de liberales conservadores, que había dominado la vida política en el estado español durante varias décadas, a posiciones abiertamente revolucionarias, influidas sin duda por sus contactos externos y las lecturas de textos de los grandes autores marxistas. Su crítica al caciquismo que sufre Canarias y a la situación de los trabajadores del campo se agudiza mientras se forma como Ingeniero pasando por la Universidad de La Laguna, Las Palmas, Barcelona y Berlín. En este último lugar tiene ocasión de conocer de primera mano la resistencia comunista ante el auge del nazismo y el peligro que este suponía para Europa.En 1930 Guillermo Ascanio ya expresa su desencanto juvenil con la sociedad que le ha tocado vivir, nuevamente en “El Altavoz” explica que “…desde niños sabemos todos de promesas fantásticas en periodo pre-electoral. Y hoy día ya no nos conforman las promesas. No nos conformarían ni los hechos. Hoy, cuando algo nos aprieta demasiado, la solución no es conformarse, ni arreglarlo, ni siquiera cambiarlo por otra cosa igual. Es substituirlo por otra cosa distinta y más adecuada a su fin”. Es un comentario que podemos considerar que mantiene una absoluta vigencia y que refleja el eco de una sociedad que vive un momento de cambio. Canarias, con su economía agroexportadora enormemente dependiente sufre de lleno el impacto de la gran crisis de 1929. Sus consecuencias en las Islas tienen unos efectos claros, reducción del poder adquisitivo de las masas obreras y campesinas, altas cifras de paro y aumento de la conflictividad, que tiene uno de sus máximos exponentes en los Sucesos de Hermigua de 1933.También en 1933 Guillermo realiza un magnífico análisis de la realidad isleña en varios números del semanario “Espartaco” bajo el título “La crisis económica y el proletariado canario”. En el mismo enfoca claramente tres grandes problemas de Canarias, el papel de las grandes empresas agroexportadoras, el de la gran burguesía y el escaso desarrollo del hecho nacional canario. En este sentido Ascanio es rotundo al afirmar que “la situación política de Canarias dentro del Estado español ha impedido e impide la formación de una conciencia regional propia en torno a nuestros problemas…”. El autor vincula de forma clara la situación política de Canarias con el papel de la clase obrera y la toma del poder, apostando por que “…su finalidad inmediata la constitución de un gobierno obrero y campesino canario”, un pensamiento que se verá truncado por el golpe de estado franquista del 18 de julio de 1936.Al estallido de la rebelión militar golpista Guillermo Ascanio está pasando unos días de vacaciones cerca de Madrid. Ingresa, junto con su hermana Amelia, en las milicias populares, que se encargarán de la defensa de la capital española. Junto a trabajadores, estudiantes e intelectuales isleños pone en marcha en septiembre de  1936 el “Batallón Canarias”, al que se sumarán militantes de izquierda de diferentes barrios obreros de la capital y brigadistas internacionales. Entre sus miembros estaban los grancanarios Bernardo de la Torre Champasur, Álvaro Lisón, Zamora Doreste y Germán Pírez entre otros.  El órgano de expresión del “Batallón Canarias” estará constituido por el “Canarias Libre”, desde el que se dan nociones políticas y se relatan algunas de las acciones militares en las que participan los milicianos.Entre 1936 y 1939 Guillermo Ascanio ocupará un puesto destacado en la defensa de Madrid. Será nombrado comandante en jefe de la 8ª División del Ejercido Popular y Jefe de Estado Mayor de la misma División. Durante la existencia del “Batallón Canarias”, este lucharán de forma destacada en la toma del Alcazar de Toledo, en Seseña, Pinto, Talavera, en la defensa del famoso Puente de Los Franceses o en El Pardo. Por sus acciones de guerra Guillermo Ascanio recibe el 22 de agosto de 1938 la Medalla al Valor de la República por su papel en la defensa de la capital republicana. En las páginas de “Canarias Libre” deja plasmada su firme voluntad de resistir hasta el final cuando escribe “El enemigo está rompiendo sus dientes contra los muros que estamos levantando con nuestros pechos entorno a Madrid”.Durante los últimos meses de guerra le sorprende el golpe de estado que dentro del bando republicano da el Coronel Segismundo Casado, quien, viendo la batalla perdida, trata de llegar a un acuerdo con las tropas de Franco. Casado, profundamente anticomunista y receloso del papel de la URSS en la guerra, logrará, con el apoyo del ala moderada del PSOE y un sector de los anarquistas desencantados con el PCE, dar un golpe de mano que generó la detención de decenas de militantes comunistas, entre ellos Guillermo Ascanio. La resistencia de estos es superada con cierta rapidez, aunque Dolores Ibarruri en su obra “El único camino” destacó el papel del comandante isleño  que según La Pasionaria arengó a sus tropas diciendo “para hacer frente a una traición como la de Casado, no se necesitan órdenes de nadie…que cada comunista cumpla con su deber”. A pesar de esa resistencia Ascanio fue detenido por sus antiguos camaradas de lucha, pocos días después se confirmaba la caída de Madrid y la derrota de la república, los fascistas encuentran las cárceles republicanas llenas de algunos de los mejores combatientes comunistas que durante cuatro años les habían impedido su entrada triunfal en la capital española.Guillermo Ascanio y su hermana Amelia Ascanio son sometidos a un Consejo de Guerra. Al primero lo condenan a muerte a la segunda, con un cargo de “auxilio a la rebelión”, la condenan a 20 años de cárcel. El comandante isleño pasa sus últimos meses instruyendo a sus compañeros de infortunio en idiomas y en formación política. Se le acusa de dirigir la resistencia desde la cárcel y el 3 de julio de 1941 es fusilado en la tapias del cementerio del Este de Madrid, a los 33 años de edad. Poco antes dejaba una declaración cargada de valor, en la que resumía su lucha: “soy comunista; he sido jefe de una división; me he opuesto a la entrada de ustedes (franquistas) en Madrid; he luchado contra los casadistas y hasta el último momento de mi vida haré todo lo que pueda contra el fascismo y por la revolución. Ahora, hagan lo que quieran”.

Las fiesta del sometimiento

Tifawin. Las fiestas en honor de la " patrona" de Santa Cruz de la Palma,  es curiosa de ver pues como arte de ornamentaciones,  imaginación,  creatividad e ingenio no tiene parangon.Ahora bien como se puede celebrar la invasión y sometimiento de un pueblo sobre un engaño una traición,  por el solo hecho de el acopio de colonias en el siglo XV. Después de tanto engaños en el tiempo de recursos, expoliador,  violaciones,  tanto físicas como psíquicas,  el sometimiento a tantas y tantas aberraciones contra la población civil y original de esta tierra a bombo y platillo.Es la fiesta del vencedor sobre el vencido,  un pendón de la incorporación al reino de Castilla. Cuando en la realidad esta tierra hasta hace escasamente cien años no le interesaba a España pero nosotros como buenos endógenos le hacemos la corte a esa España que nos olvido y que un día cuando le intereso se acordó de que esta era una de sus últimas colonias.Una España que destrozo vidas que trunco los sueños de unos pobladores aguerridos que se lo pusieron bastante difícil en su conquista. Un alma libre que no quiso  entregar su tierra y se negó a tomar agua y alimentos por ser apresado.El gran Tanausú. Uno guerreros más valiente de los antiguos pobladores.A parte de la celebración de la captura de este noble guerrero sobre una mentira y una traición de su pariente Juan de Palma,  ese homenaje y celebración a la incorporación al antiguo reino de Castilla hoy España.  Nada que celebrar pues de esta isla que no sólo los piratas la saquearon,  a sido el expoliador  ese reino de España quien más se beneficiado. La obras que ha "invertido" ese estado en 521 años de saqueo están mas que rentabilizada. Nosotros comerciamos con todos los países que por aquí pasaron fuimos el tercer puerto más importante del mundo conocido,  con los beneficios para España. Pero para nosotros los indígenas siempre el sometimiento el no digas nada el temor hacia las represalias.Entiendo que la ornamentación de las diferentes cruces son auténticas obras de arte. Pero esa creatividad nos nace de dentro y de la confluencia de culturas que por esta tierra en 521 años han pasado.Ahora esa adoración por ese reino que nos ha humillado en más de cinco siglos no la entiendo.Aún hoy se sigue aprovechando de nosotros y nosotros (afortunadamente no todos) seguimos desviviendonos por el.Somos como el perro que el amo le pega patadas y aún así le mueve el rabo y cuando nos da una caricia nos meamos

jueves, 1 de mayo de 2014

Por godo enterado

FERNÁN PERAZA, padre de Guillén Peraza, era oriundo de Valdeflores (Sevilla), hijo de Gonzalo Pérez Martel y de doña Leonor Ruiz Peraza, a los que les transfirieron el Señorío de las Islas Canarias el 28 de junio 1443 y el derecho a conquistar el resto de las Islas Canarias (Gran Canaria, La Palma y Tenerife).Desde Lanzarote, que en ese momento histórico era donde residía el poder de los conquistadores, Fernán Peraza invita a su hijo Guillén Peraza, del cual se decía que poseía bríos, mucho valor y gentileza, heredados de su abuelo, que había ejecutado grandes y memorables correrías contra los moros en Sevilla.Con la ayuda de los castellanos, Fernán Peraza cuenta con tres fragatas de guerra, doscientos ballesteros y trescientos canarios de las islas de Lanzarote, Fuerteventura, Gomera y Hierro, que estaban bajo su mando. Con ese poder confiere a su hijo Guillén Peraza la conquista de La Palma y salen desde la bahía de lo que hoy es San Sebastián rumbo a La Palma.En La Palma reinaba el príncipe Echedey, en el Distrito de Tihuya, y al conocer la llegada de Guillén Peraza toda la Isla se conmovió y sus mejores guerreros corrieron furiosamente a defender su patria, La Palma.Echedey cedió parte de los guerreros a su hermano Chenauco, y el de las chusmas auxiliares a otro gran guerrero llamado Dutinmara, palmero valiente, astuto y primer ministro de Tiniaba, príncipe en Tagaragre, en el territorio de lo que hoy es Barlovento.Estos naturales de La Palma conocían perfectamente las gargantas y desfiladeros de la Isla, los más fragosos del mundo, situándose en lugares estratégicos que les brinda una posición superior a la del invasor Guillén Peraza. Este, haciendo alardes de su gran valor guerrero, dio la orden a sus tropas de avanzar tierra adentro sin la debida prudencia, para que atacasen por todas partes al enemigo que encontraran hasta desalojarlos de sus predios.El recibimiento que le dieron los palmeros fue de tanta firmeza que de inmediato el invasor fue oprimido bajo la lluvia de piedras que le caían desde las alturas.La agilidad y destreza con que trepaban los riscos más escarpados y la facilidad de esconderse para atacar de nuevo por sorpresa fue la gran estrategia de los palmeros contra el invasor Guillén Peraza.Ante lo imprevisto, las tropas de Guillén Peraza retroceden en franca huida hacia la ribera, pero el joven Peraza, basado en sus atributos de buen guerrero, desenvaina su espada y da órdenes de arremeter contra los insulares, sin darse cuenta de que para los aborígenes de La Palma su mejor arma era el lanzamiento de piedras, pues desde niños eran adiestrados y efectuaban competencias. Una de las piedras lanzadas certeramente da en la cabeza de Guillén Peraza, con tal contundencia que lo mató.Entre los conquistadores castellanos la muerte de Guillén Peraza fue el infortunio más lastimoso. En su retirada logran recoger el cadáver de Guillén Peraza, y en su intento por llegar a los navíos murieron muchísimos conquistadores. La escuadra regresó a La Gomera con el cadáver del joven guerrero y en sus exequias el pueblo entonó endechas, que gracias al padre Juan Abreu Galindo hoy conocemos.¡Llorad, las damas, / así Dios os vala! / Guillén Peraza / quedó en La Palma, / la flor marchita / de la su cara. / No eres palma, / eres retama, / eres ciprés / de triste rama; / eres desdicha, / desdicha mala. / Tus campos rompan / tristes volcanes, / no vean placeres / sino pesares; / cubran tus flores / los arenales, / ¡Guillén Peraza! / ¡Guillén Peraza! / ¿Dó está tu escudo? / ¿Dó está tu lanza? / Todo lo acaba / la malandanza.Sobre la muerte de Guillén Peraza, la extraordinaria agrupación musical canaria de "Los Sabandeños", en una de sus creaciones, inmortaliza las endechas pronunciadas durante el sepelio de Guillén Peraza, registradas por Juan Abreu Galindo, uno de los tantos historiadores de las Islas Canarias





Corría el año del Señor de 1447 cuando el joven doncel Guillén Peraza, con ansias de igualar las hazañas de sus mayores, pretendió conquistar La Palma acompañado de los capitanes Hernán Martel, que comandaba a las gentes de Sevilla, y Juan de Adal, Luis Casañas y Mateo Picar, que dirigían las tropas de las Islas. Por la playas del cantón de Tixuya o Tajuja, hoy término municipal de Los Llanos de Aridane, "...salió a tierra y como no aparecieron algunos de sus naturales, tuvieron lugar y tiempo los cristianos de encuadronarse y ponerse a caballo de lanza y adarga. Pero Guillén Peraza ... por la gala con que iba vestido fue blanco de los palmeros... mas la fortuna fue aquel día de los gentiles, porque de una pedrada en la cabeza cayó luego del caballo Guillén Peraza y quedó muerto" (Marín y Cubas).
José Viera y Clavijo describió la patética derrota de las tropas cristianas de la siguiente manera: "Jamás hubo infortunio más lastimoso. La retirada a los navíos se hizo entonces general y muchos españoles perdieron la vida al lado de Hernán Martel por embarcar el cadáver del malogrado jefe. Así regresó la escuadra, cargada de luto, a La Gomera, donde dieron sepultura al hermoso guerrero..."
Guillén Peraza desembarcó, según la tradición, por las negras arenas de Puerto de Naos (Los Llanos de Aridane). Con más de 500 hombres de armas, con brillantes armaduras, a la grupa de caballos andaluces enjaezados de guerra y, marchando en formación, ballesteros a pie. A decir por las crónicas: "...tomando puerto en el término de Texuya, señorio de Chedey. (...) Metióse la tierra adentro. La isla de La Palma es muy alta y áspera de subir y andar; y la gente que llevaba Guillén Peraza de las Casas, no usada a semejantes asperezas. Y los palmeros, diestros y ligeros en ella, poniéndose en los pasos más ásperos y dificultosos, acometieron a los cristianos de tal manera, que los desbarataron; y, aunque se defendían animosamente, los hicieron recoger. Y, queriendo Guillén Peraza de las Casas hacer rostro, le dieron una pedrada y cayó muerto" (Abreu Galindo).
Grande fue la muestra de poderío y amenaza en el azul horizonte del mar de poniente palmero. Velámenes blancos con galeras y cubierta cargada de hombres de armas, que portaban estandartes multicolores. El retumbar de los tambores y los cascos de los caballos sobre las lavas volcánicas se multiplicó, con eco de guerra, por laderas, valles y barrancos de La Palma y "... se conmovió la tierra y corrieron los bárbaros como furiosos a la defensa de su patria, de la que eran amantísimos. Echedey dio el gobierno de sus fuerzas a su hermano Chenauco y el de las chusmas auxiliares a Dutenmara, palmero valiente, astuto..." (Viera y Clavijo).
Las pretensiones de conquista y de comercio de esclavos blancos se vieron truncadas por la valentía de un pueblo del que decían era bárbaro e infiel y que, con sólo palos, piedras y venablos consiguió repeler al invasor y defender su tierra y sus gentes. A la muerte del doncel Guillén Peraza, "... en sus exequias, entonaron los pueblos las endechas siguientes, cuyas cláusulas nobles, patéticas y sencillas nos conservó el padre Abreu Galindo en su historia" (Viera y Clavijo).