martes, 17 de enero de 2017

Sentimientos.

Hubo un tiempo en que quise, pintar sonrisas y no pude, busqué el pintar las sonrisas en la evasión, las sonrisas en la evasión son forzadas, el sufrimiento que alberga el alma, siempre está ahí detrás.
Forzadas muecas, con el tiempo salieron, volver aprender a reír desde el dolor, no es fácil, pero todo llega, todo es un nuevo amanecer, todo queda por descubrir, en la soledad, se reflexiona, se analiza y se toman nuevas decisiones, se apartan daños, no se olvida pero se sacrifica en beneficios de varias personas, uno se hace a un lado, no tiene un mal sentimiento en aquello que le perjudicó, le perjudica y le perjudicará en el tiempo. 




Siempre fue defender al que estimo al que quiero, al que está al lado, al que tiende la mano en la caída, no lo olvido, ni lo perjudico, prefiero más recibir las balas del odio sin sentido, que causar daños colaterales. No olvidó, ni quien me abrió su corazón, ni tampoco al que me cerró su alma, no olvidó al que me ha enaltecido, ni quien me ha hecho bajar a los mismos infiernos.




 Valoró quien está ahí sabiendo, mi penas, también mis virtudes, a quien no hice feliz, tampoco amargue, me aparte, deje seguir como el agua busca su cauce hacia el océano. La misericordia siempre, fue con el ajeno, nunca fue en mi beneficio propio. 




A veces pienso que tendría que ser más para mi y menos para los demás, pero no puedo perjudicar a quien estuvo, está y estará ahora y siempre en mi vida, yo me mantendré siempre en sus recuerdos, ahora y después del fin. Esto es un pequeño escrito a la gente maravillosa que me rodea, que están y estarán siempre, no sólo en mi corazón, sino también en mi alma.







jueves, 5 de enero de 2017

Aquellos Reyes

Las noches de Reyes.

En mis tiempos de niño, como todos los niños en un barrio obrero, se acostaba uno a las 9 de la noche, como muy tarde. Esa noche de nervios en una casa con 7 personas y tres cuartos, en mi litera, la de abajo porque era el más chico y la escala de mando era el soldado raso, era lo que mi hermana, que estaba por encima mía lo que ella dijera, siempre fuimos y somos ruines, pero ruines de pequeñas putadas y sin pensar alguna de mis hijas también lo heredó. Mi hermana procuraba que la manta cubriera mi litera, para ella largarse unos pedos apestosos, que te dejaban amarillo.

Pero era una noche especial, nosotros los niños de aquel barrio, nos levantábamos, a las 5 de la mañana y en plena oscuridad, con las bicicletas que nuestros padres hacían muchas veces de aquí y de allí las "tuneaban" y con dos manos de pintura quedaba todo arreglado. Eran tiempos enternecedores, de complicidad entre muchachos y muchachas. Los padres más pudientes pocos la verdad, pues éramos familias largas, compraban grandes juguetes. Mi padre se empeñó en comprarme una equipación del Tenisca y fue a casa de don Wolter a buscarla, apenas tenía yo 7 años. Los días consecutivos eran partidos de fútbol interminables, también eran meses donde se hacían grandes calderos de comidas de cuchara para aprovechar durante toda la semana, la comida. En fin recuerdos que le vienen a uno en una noche de Reyes.