viernes, 25 de mayo de 2018

Inicios

Inicios.
Los recuerdos, es una cosa pasada, a veces muy pocas la verdad se te recuerda por ese echo puntual, acertado que tuviste. Pero más se recuerda por los desaciertos o errores, no es menos cierto que todos en esta vida, tenemos derecho, deber y obligación de acertar y sobre todo equivocarnos. Pero realmente te das cuenta, del daño infringido cuando pasa más de siete largos lustros y aún la herida no se cerró. Siempre pedí perdón, aunque hoy para mi fue una nimiedad, yo no estoy en el lado del receptor del daño. Pero no me sirve, esa doble mirada o eso que llaman bipolar y que para mi en realidad es rencor y que aunque muchas veces el contrario, te comunique que esta olvidado, a veces o más bien cuando puede mete la baza, para recalcar el hecho. Y la verdad es un crochet de izquierda que te deja groggy, pues no lo esperas, o piensas que desde la última vez que te lo lanzaron, ya no volvería a volver a suceder. Pero los años me sirvieron para perdonarme a mi mismo, realmente si no te perdonas a ti, malamente podrás rebasar o pasar página. Lo que hace siete lustros me hizo llorar, hace tres que no me dejaba dormir en una noche o dos. Hoy a pesar de que el nervio sale a pasear, ni hay sentido de la culpabilidad, porque realmente yo me perdone, si el contrario guarda en su ser la herida infringida, es su problema y su rencor no es el mío. Hay que aprender a perdonarse a sí mismos, para poder perdonar a los demás. Y no es fácil de conseguir pues, si el rencor es una parte de ti, es muy difícil llegar a ese estado.


Sobre mis amargas, lágrimas lloré.

Un día me invadió, la melancolía que venía de la mano con la tristeza y más atrás venía el señor arrepentimiento.

Fue la tal sensación que cuando llegaron, empecé con el señor recuerdo que ayudado de la señorita melancolía, llenaron mi alma de tristezas, mi ojos se llenaron de lágrimas, de esas lágrimas tan amargas y ácidas como un pomelo.

De arrepentimientos de errores cometidos, errores irreparables, consecuentes de un desolador paisaje.

Gris turnándose a negro en muchas fases de ese momento.

No visualizar la claridad ante un paisaje árido en ése momento, ni un oasis se veía a lo lejos.

Oscuro pesar de ese momento, que en la entrada de la melancolía, que junto con el recuerdo, hicieron explotar el volcán de mis emociones más sórdidas, más desconsoladoras.

No hallé, consuelo en ningún momento y de mi alma salió el arrepentimiento y el dolor en un instante, casi al borde de la locura.

Analizar cada punto, cada momento, cada instante, con solo una palabra, perdón.

Perdón por tanto daño, gratuito, inconsciente, de carácter de brutales arrebatos de personalidad.

Mil vidas tendría que pasar, para no volver a cometer errores, con daños colaterales.

Mal diciendo, salí de aquel momento, que aunque fue un momento, resumió muchas partes de mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario