Sonidos que no le ponemos importancia, en la vorágine de la vida, pero es inefable, que sólo lo siente el que lo percibió, lo sintió y se lo hicieron prestar atención.
Y se convierte en una serendipia, que tenías, allí guardado, allá atrás y la limerencia, como una espiral te hace llegar aquel preciso, momento.
Ves el arrebol, de aquellas tardes que se mezclan con iridiscencia de tu corazón, joven de poco uso, dónde todo es bueno.
Quieres que ese momento sea inmarcesible, te ves con tu elocuencia por doquier, fluyendo dando respuestas, las tuyas al menos, con una fe y contundencia de que nada puede ser mejor, todo lo que quieres está allí.
Pero te das cuenta con el paso del tiempo, que aquellas ilusiones, aquellas esperanzas son un tiempo efímero.
La vida está puñetera vida es muy dura.
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