miércoles, 10 de diciembre de 2014

El Fuego de Garafía

Señores, pongan oído, mucha atención y cuidado,  Todo el que quiera saber algo de lo que ha pasado.

En mil novecientos dos, para ser más acordado, del doce al catorce de agosto, el día más desgraciado, que ha sucedido en La Palma, el caso más temerario.

En el pueblo de Garafía y también en otros lados, pero en Garafía fue por completo desgraciado.

Remató de medio pueblo un fuego temerario, repartiendo a todas parte que todo dejo quemado.

Llegó por ciertos parajes a las piedras del cayado, castigo que mandó Dios que lo teníamos ganado, que de Dios nadie se acuerda sino cuando está apurado.

Dios dispuso en  agosto  a dejarnos conquistados, que buenos padecieron por las culpas de los malos, que como dice el adagio que pronto os declaro: las ovejas de San Pedro por una pagaron.

Dicen que no lo mandó Dios pero he calculado que si Dios no lo mandó debía haberlo atajado.

De San Antonio del Monte que se vio tan afectado, que se quemó la ermita, las paredes le quedaron.

San Antonio se quemó y San Roque y San Bernardo, pero el que estaba en el cielo pocos fueron sus milagros.

Tanto como le prometen lo que se ven apurados, prometiéndole gran fiesta como nunca han gozado.

Hay muchos que le prometen con un corazón humano:  " Padre mío San Antonio óyeme cómo te llamo, si mi casa no se quema ni mi cosecha  de grano me voy de mi casa a la tuya de rodillas desmayado y mi mujer y mis niños con una luz en la mano, que será como una lengua, pero la cumplo en un año ".

No lo acaba de decir, ya el fuego está apoderado, porque cuando Dios no quiere no hay santo que ponga mano.


Los hombres que más  podían todos está apurados, dándose unos a otros con guatacas y ramos acometiendo contra el fuego y no poder atajarlo.

Y viendo que no podían vencerlo por ningún lado todos dicen a una voz como buenos garafianos:  " A morir, que no hay remedio, y a huir que nos quemamos, porque la vida es amable y que poco la estimamos.

Nacemos para morir, Dios nos reciba en sus manos, los pecados que hemos hecho, Dios nos haya perdonado"

Unos se van de su casa...

Algunos tienen a su padres  de muchos años baldados y como los atraviesan a ver si pueden salvarlos en las tierras que querían para papas de verano, dejándolos por encima poco menos que enterrados.

Para la cumbre se fueron tocando aprisa el ganado, con los niños en el brazo y otros de la mano, de mano se lo figuran pero iban arrastrados.

Los niños pequeños lloran al ver ver los padres llorando: ninguno se maraville que lloren los desgraciados, que de sus casas salieron que ni las puertas cerraron, sin sacar siquiera de ellas ni el pajero más liviano.

Para la cumbre se fueron tocando aprisa el ganado, de la misma cumbre  vieron todo de fuego bañado y el humo que parecía como cuando está embrumado y el gran ruido del fuego que parece estruendo grado.

Se fueron pa' Puntagorda, Tijarafe y otros lados, unos a pedir limosna y otros en busca de amo, si quiera por la comida y gracias que la ganamos que aquellos que no lo cuentan se vieron más apurados.

Los que iban pa' Puntagorda, en el pinar se ajuntaron, como trescientas personas con lágrimas a puñados.

Allí se cuenta las penas, todos juntos rebujados; las pena que allí se cuentan no las escribe un escribano.

Algunos se hacen temerosos y otros se encuentran privados dicen ~ No me voy de aquí, me han de llevar amarrado, donde mis intereses se queman quiero que se queme su amo~

Ese tal tiene dos hijos, los que todos se marcharon, dejando los padres solos en un ataque tan bravo, sin saber sus padres de ellos ni ellos de sus ancianos, y por milagro de Dios su casita la escaparon; él escapó donde vivir, hoy se encuentra millonado.

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