Las distintas epidemias en Canarias
A lo largo de la historia, las Islas Canarias han padecido
numerosas epidemias que produjeron miles de muertes
entre la población. La primera de la que se tiene
constancia data de 1582 y causó un millar de fallecimientos
en Tenerife por la peste bubónica o de landres.
El foco inicial se detectó en Aguere, en unos tapices
decorativos que trajo desde Flandes el gobernador
de la Isla, Lázaro Moreno, con motivo de la celebración
del Corpus. En 1601 se propagó como la pólvora otra
epidemia focalizada en dos navíos españoles que
recalaron en Garachico (Tenerife) y que terminó por
afectar a las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y
Lanzarote, “causando multitud de muertos”, según
documentos de la época. El Beneficiado de Santa Ana,
en Garachico, escribió en 1606: “La epidemia que
tantas vidas ha costado y que tanta zozobra sembró
en Canarias ha finalizado. Es justo que celebremos
su desaparición porque en esta Villa y Puerto comenzó
hace más de cinco años”. Las autoridades acabarían
por dictaminar una ley que obligó a las embarcaciones
a permanecer 40 días por fuera de los puertos de
atraque para certificar la salud del pasaje. La detección
de una pandemia en una isla provocaba la reacción
inmediata del resto con el cierre de las comunicaciones
marítimas.
Entre 1701 y 1851 las Islas se vieron afectadas por
varios episodios de fiebre amarilla, vómito negro,
cólera asiático y viruela, que llevaron el pánico a la
población por sus mortíferas consecuencias. Los
graves daños económicos por culpa de las epidemias,
llevó a las autoridades a silenciar o minimizar el
impacto de la propagación de las enfermedades para
salvar la actividad comercial, que dependía del tráfico
de barcos en los puertos.
Uno de los brotes más graves de fiebre amarilla se
produjo en agosto de 1838 en Las Palmas de Gran
Canaria. La llegada del bergantín “Temerario” desde
La Habana propagó el mal. Durante la travesía murieron
varios tripulantes, entre ellos los marineros
canarios que embarcaron en Gran Canaria. Para evitar
la alarma social, las autoridades atribuyeron las
muertes a meras “indigestiones”. Esta isla sufriría
en 1851 el azote del temido cólera morbus, cuyo foco
inicial, supuestamente, se originó en la ropa sucia
que, procedente de Cuba, se llevó a una lavandería
de la ciudad. La prensa de la época recogió la noticia
en los siguientes términos: “El 24 de mayo la lavandera
María de la Luz Guzmán ha muerto repentinamente
en el barrio de San José afectada por una enfermedad
desconocida. En días sucesivos se escalonaron muertes
aisladas a consecuencia de lo cual se reunieron
los facultativos de Las Palmas, que el 5 de junio
declararon oficialmente la epidemia de cólera”. En
un mes murieron 165 personas.
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