martes, 11 de agosto de 2015

Las distintas epidemias en Canarias

Las distintas epidemias en Canarias





A lo largo de la historia, las Islas Canarias han padecido numerosas epidemias que produjeron miles de muertes entre la población. La primera de la que se tiene constancia data de 1582 y causó un millar de fallecimientos en Tenerife por la peste bubónica o de landres. El foco inicial se detectó en Aguere, en unos tapices decorativos que trajo desde Flandes el gobernador de la Isla, Lázaro Moreno, con motivo de la celebración del Corpus. En 1601 se propagó como la pólvora otra epidemia focalizada en dos navíos españoles que recalaron en Garachico (Tenerife) y que terminó por afectar a las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote, “causando multitud de muertos”, según documentos de la época. El Beneficiado de Santa Ana, en Garachico, escribió en 1606: “La epidemia que tantas vidas ha costado y que tanta zozobra sembró en Canarias ha finalizado. Es justo que celebremos su desaparición porque en esta Villa y Puerto comenzó hace más de cinco años”. Las autoridades acabarían por dictaminar una ley que obligó a las embarcaciones a permanecer 40 días por fuera de los puertos de atraque para certificar la salud del pasaje. La detección de una pandemia en una isla provocaba la reacción inmediata del resto con el cierre de las comunicaciones marítimas.



Entre 1701 y 1851 las Islas se vieron afectadas por varios episodios de fiebre amarilla, vómito negro, cólera asiático y viruela, que llevaron el pánico a la población por sus mortíferas consecuencias. Los graves daños económicos por culpa de las epidemias, llevó a las autoridades a silenciar o minimizar el impacto de la propagación de las enfermedades para salvar la actividad comercial, que dependía del tráfico de barcos en los puertos. Uno de los brotes más graves de fiebre amarilla se produjo en agosto de 1838 en Las Palmas de Gran Canaria. La llegada del bergantín “Temerario” desde La Habana propagó el mal. Durante la travesía murieron varios tripulantes, entre ellos los marineros canarios que embarcaron en Gran Canaria. Para evitar la alarma social, las autoridades atribuyeron las muertes a meras “indigestiones”. Esta isla sufriría en 1851 el azote del temido cólera morbus, cuyo foco inicial, supuestamente, se originó en la ropa sucia que, procedente de Cuba, se llevó a una lavandería de la ciudad. La prensa de la época recogió la noticia en los siguientes términos: “El 24 de mayo la lavandera María de la Luz Guzmán ha muerto repentinamente en el barrio de San José afectada por una enfermedad desconocida. En días sucesivos se escalonaron muertes aisladas a consecuencia de lo cual se reunieron los facultativos de Las Palmas, que el 5 de junio declararon oficialmente la epidemia de cólera”. En un mes murieron 165 personas.

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