Seis obreros mueren a manos de la guardia civil.
La calle Molino de Viento, en el barrio de Arenales
(Las Palmas de Gran Canaria), fue el escenario de un
suceso que produjo una gran consternación social el
15 de noviembre de 1911. Se acababan de celebrar
las elecciones municipales en medio de una grave
crisis económica y en un clima de máxima tensión,
acentuado por las reivindicaciones laborales en forma
de huelgas y manifestaciones, especialmente en el
puerto de la capital grancanaria. Un incidente ocasionado
por la rotura intencionada, 48 horas antes, de
una urna en un colegio electoral de la citada calle,
había motivado la repetición de la votación. Aquel día
corrió el falso rumor de la detención y encarcelamiento
del líder del Partido Republicano Federal de Las
Palmas, José Franchy Roca. El bulo provocó la movilización
de alrededor de doscientos obreros desde la
zona portuaria hasta el céntrico lugar donde se realizaba
la consulta electoral.
El temor a un fraude con los sufragios encendió la
mecha de los incidentes. Las protestas arreciaron a
partir de las cuatro de la tarde con el cierre del colegio.
Los insultos y, sobre todo, el lanzamiento de varias
piedras a la Guardia Civil, que había desplegado un
dispositivo formado por 14 hombres, desencadenó los
sucesos que terminarían en tragedia. Una de las piedras llegó a impactar contra una ventana del centro
electoral. En ese momento, el teniente Juan Abellá
Mastrat dio la orden de abrir fuego contra la masa
obrera. Las descargas produjeron escenas de pánico,
mientras comenzaba la dispersión atropellada de los
manifestantes. Los disparos de los subfusiles acabaron
con la vida de seis operarios: Pedro Montenegro González,
Cosme Ruiz Hernández, Juan Torres Luzardo,
Vicente Hernández Vera, Juan Pérez Cubas y Juan
Vargas Morales. Algunos de los fallecidos procedían
de Fuerteventura y habían emigrado a Gran Canaria
para trabajar en el Puerto de la Luz. Informaciones
periodísticas revelaron la existencia de varios heridos,
entre ellos, tres guardias civiles.
Pedro Socorro, investigador de los hechos y autor del
libro “Sucesos históricos de Gran Canaria”, recuerda
que el teniente Abellá fue procesado y finalmente
absuelto tras ser sometido a un Consejo de Guerra
dos años después, lo que originó protestas en la calle.
El sepelio de las víctimas movilizó a 10.000 personas,
que acompañaron a la comitiva fúnebre desde la Plaza
de la Feria hasta el cementerio. Los comercios de la
ciudad cerraron en señal de duelo.
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