Los mártires de Tazacorte.
La historia de los mártires de Tazacorte se remonta
al siglo XVI, aunque todavía hoy sigue estremeciendo
a los palmeros. Tuvo como origen el viaje del galeón
“Santiago”, que trasladaba a 40 jesuitas desde Portugal
-con escala en Funchal (Madeira)- a Santa Cruz
de La Palma. El navío estuvo a punto de ser abordado
por una flota de cinco barcos piratas cuando navegaba
al oeste de la Isla y lo impidió un temporal con fuerte
viento del nordeste que obligó a los corsarios a dispersarse
y al navío buscar refugio en la costa de
Tazacorte. En esta localidad permaneció fondeado
cinco días, tiempo en el que el padre Ignacio de Acevedo,
al mando de la expedición, ofreció varias misas
en las iglesias de San Miguel y Nuestra Señora de
Las Angustias. Allí dejaron algunas reliquias que les
había entregado el Papa para la evangelización del
Brasil, que era el objetivo de los misioneros. Durante
su estancia en La Palma fueron acogidos por Melchor
Monteverde, amigo de infancia del Padre Acevedo en
Oporto.
En la madrugada del 15 de julio de 1570, horas después
de zarpar de Tazacorte hacia Santa Cruz de La Palma
para cargar provisiones antes del largo viaje que les
esperaba, el galeón “Santiago” fue sorprendido por
los barcos piratas capitaneados por el sanguinario Jacques Sorés, a bordo del navío de guerra “Le
Prince”, en la punta de Fuencaliente. El abordaje se
produjo sin piedad y los corsarios perpetraron un
atroz ataque, asesinando brutalmente a los jesuitas
y a la tripulación. Sus cuerpos, en la mayoría de casos
degollados, fueron arrojados al mar. Sorés había
intentado un primer asalto en Funchal, pero fue repelido
por la artillería portuguesa.
José Guillermo Rodríguez Escudero, autor de una
publicación referida a este suceso, señala que el Papa
Benedicto XIV reconoció en 1742 el martirio sufrido
por el Padre Acevedo y los jóvenes jesuitas. La beatificación
se produjo el 11 de mayo de 1854 por parte
del Papa Pío IX. Hasta el siglo XIX se conservó intacto
el cáliz que mordió el Padre Acevedo en su última
misa, celebrada el día antes de la masacre, lo que se
interpretó como una premonición del sufrimiento que
les esperaba. La biografía de Santa Teresa de Jesús
recoge que, sin conocer el suceso, la religiosa vio a
los mártires ese día “entrar en el cielo vestidos de
estrella y con palmas victoriosas”. Los Llanos de
Aridane cuenta desde 1975 con una parroquia llamada
“Los Santos Mártires”. En la Punta de Malpique, a 17
metros de profundidad y en un lugar muy próximo a
donde se produjo el ataque, el Cabildo Insular colocó
en noviembre de 2000 cuarenta cruces de piedra para
honrar la memoria de los mártires de Tazacorte.
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