LEYENDA O HISTORIA DE ZEBENZUÍ
"Tuvo el Gran Tinerfe un hijo bastardo que se llamó Aguahuco; conocido como el Hidalgo Pobre, tuvo que contentarse con un pequeño territorio en el norte de la isla que tomaría el nombre de Punta del Hidalgo. A Aguahuco sucedió su hijo Zebenzuí que pronto se haría famoso por sus rapacerías. Algunos de sus parientes los menceyes admiraban el atrevimiento y el valor con que Zebenzuí cometía los hurtos de ganado; pero los pastores se cansaron de seguir padeciendo tales atropellos y acudieron al tagoror de Bencomo, el mencey de Taoro, implorando su protección. Bencomo se dolió de los excesos de su pariente y resolvió acabar con ellos, mas sin causar deshonra a Zebenzuí.
Un día muy de mañana se allegó Bencomo repentinamente a la cueva de Zebenzuí. La inesperada visita de Bencomo, el gran mencey con título de Quehebi o Alteza, turbó a Zebenzuí, el Hidalgo Pobre. Y aumentó más su sorpresa cuando escuchó las severas reprensiones que le hacía. Habló Zebenzuí: - Me siento tan fuera de mí al ver la honra que me haces entrando en mi humilde morada y al oír tus reconvenciones no sé que quieres que haga. ¿Tendrás a bien, Quehebi, que salga a buscarte algo de comer? -.
Bencomo, sujetándolo por el brazo, le dijo: - Detente Zebenzuí y no pienses darme de comer lo ajeno. Un señor no puede sustentarse de la sangre de sus vasallos a quienes debe mirar siempre con entrañas de padre. Dame gofio y agua y ése será mi alimento - Zebenzuí le presentó el agua y el gofio. Luego que Bencomo lo amasara, empezó a comerlo diciendo: - Primo Zebenzuí, éste es manjar sabroso pues está amasado por manos limpias. Los tiernos cabritillos guisados, pero arrancados injustamente a pastores indefensos, sin hacerte más rico te harán merecedor de toda mi ira -
Las últimas palabras de Bencomo se desvanecieron a la entrada de la cueva cuando ya el mencey de Taoro retornaba a sus dominios. Zebenzuí había quedado atónito. Cuando se recobró quiso seguir a Bencomo para rogarle que le perdonase, mas no pudo alcanzarlo. Llegó a las tierras de Tegueste. Allí le relató al mencey lo que acababa de sucederle, al tiempo que le pedía que mediara ante Bencomo para desenojarle y que saliese fiador ante él de su sincero arrepentimiento. Tegueste no sólo le dio su palabra, sino que nombró a Zebenzuí mayoral de todos sus ganados."
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