Nos vamos hoy Arehucas en el lenguaje de nuestros antiguos. Arucas en la fusión del idioma español y el de nuestros antepasados.
Esperamos que les guste.
Antiguo reino de Arehucas -Lugar en que se hallaba- Usos y costumbres de sus habitantes. Hazañas de Adargoma en el barranco de Tenoya- Primeras incursiones y derrotas de los españoles, en Bañaderos.
Una vez terminada la conquista de Gran Canaria, comenzaron a vivir juntos los nativos [indígenas] y los españoles. Entre éstos no faltaron personas curiosas que se dedicaron a escribir las tradiciones y costumbres de aquellos a los que acababan de dominar; y gracias a estas anotaciones, sabemos algo de lo que fue nuestra patria [chica] en lejanas edades.
Según dichas crónicas, Arucas existía en el siglo XIV, por lo menos; y constituía con sus alrededores, uno de los diez [pequeños] reinos en que nuestra isla se hallaba dividida.
Llamábase Arehucas(1), palabra de designación desconocida, poblada por la raza aborigen, resumen de diversas tribus que vinieron, en su mayor parte, del África Occidental, sin que sepamos cuando; siendo su idioma el xilaj, modificado en el transcurso de los tiempos y mezclado con algunos vocablos árabes.
El caserío de Arehucas estaba diseminado en lo que hoy llamamos Hoya de San Juan y Cardones, e inmediato al barranco que cruzando las vegas de esa zona, discurre por aquellos contornos. A comenzar el siglo XV apareció en estas serranías una hermosa mujer, diplomática y ambiciosa, que con su talento subyugó a sus paisanos. Llamábase Andamana, que casó con Gumidafe lo, prestigioso militar indígena; y tal arte se dieron con astucia, guerra y amenazas, que terminaron por hacerse dueños de toda la isla, estableciéndose en Gáldar, después de algunas vicisitudes. Desde entonces el antiguo reino de Arehucas pasó a ser un cantón o provincia del nuevo reino de Gáldar. Muertos Andamana y Gumidafe sucedióles en el gobierno su hijo Artemi, segundo rey de Gáldar y, por lo tanto, soberano de Arehucas. Se hizo muy célebre defendiendo la isla contra españoles y normandos en las inmediaciones de Melenara, muriendo en las cercanías de Arguineguín el año 1405 . De dicho rey quedaron dos hijos, ambos apellidados Guad Artemi, es decir, hijo de Artemi: Benteguayre y Fagorer Semidán, que se repartieron el reino de sus mayores. El primero, Benteguayre, residió en Telde, falleciendo antes de terminada la Conquista. El segundo, Fagorer Semidán, continuó establecido en Gáldar, sobresaliendo por su carácter bondadoso y humanitario. A los dos reinos servíanle de linderos los barrancos de Guiniguada y Arguineguín, cuyos nacimientos están muy próximos, en el centro de la isla, quedando, por lo mismo, incluído en la jurisdicción de Gáldar el departamento de Arehucas, habiendo en él como un poblado importante un consejo, con un faycán, especie de gobernador que administraba justicia en nombre de su rey, y congregaba las tropas en caso necesario, a toque de bocina. Entre tanto iban en aumento los vecindarios aledaños. Formóse el naciente caserío de Atenoja (hoy Tenoya). En el barranco de este nombre, pero cercano a la cumbre, hallamos ya a Aterura (Teror) y Afurgad (Firgas) hacia el poniente junto a un arroyuelo caudaloso.
No faltaban habitáculos en la costa de Layraga. Estos vecindarios, formados por cuevas naturales o ahuecadas artificialmente, estaban unidos por zigzagueantes vericuetos. En Arehucas abundaban las construcciones de piedra <>,planta circular (goros), anchas paredes y techos de ramas cubiertas con arcilla amasada con paja de cebada, sobre la que se colocaban grandes y delgadas <>, a manera de tejado. El paisaje era hermoso, pues además de higueras y palmeras, había huertos de cebada que se regaban con rudimentarias acequias. En las lomas y peñas inmediatas veíase mucho boscaje de leña-buena, tarahales y demás árboles indígenas, a cuya sombra pastaban las cabras y los cerdos. Daba vida a la comarca el escaso caudal del barranco de las Vegas, lugar cubierto en parte por una laguna, próxima al lugar hoy denominado Barreto, guarnecida de amenos bosquecillos de tiles, acebiños, palmeras, barbuzanos, mocanes, etc., entrelazados por jibalberas y demás plantas trepadoras. Selva vírgen, la mejor del archipiélago, y la más extensa, que llegaba hasta las inmediaciones de la actual ciudad de Guía, comprendiendo desde El Trapiche (Arucas) y Costa de Layraga, hasta las cercanías de Valleseco y Fontanales. Había también lagunas pequeñas en las llanadas de San Andrés, Bañaderos, Cruz de Pineda y base noroeste de la que hoy es denominada Montaña de Arucas. Estaba dedicada a cementerio la parte septentrional de dicha montaña; aunque en ocasiones utilizaban las cuevas de este lugar para suicidarse en ellas los canarios que así lo deseaban, tapiando las entradas y quedándose en el interior. Los trajes, costumbres y leyes de los aruquenses eran los mismos de todos los canarios. Merece recordación especial el hecho de que, cuando el Guad Artemi (o Guanarteme) venía de Gáldar a pasar una temporada en el bello palmar de Tamaraceite, ya cerca de Arehucas, salían las gentes a recibirle, besaban sus vestiduras de cuero y le limpiaban los pies. Era mirada como noble la familia en cuya morada se dignara pasar la noche el regio personaje. La luchada fue uno de los ejercicios en que más se lucían los antiguos canarios. Célebre fue la que trabaron junto al barranco de Tenoya un gigante de Gáldar llamado Adargoma y un consejero del rey de Telde, por el derecho de unos pastos. Adargoma era de más pujanza; el de Telde, más hábil y diestro. En una de tantas vueltas y revueltas, el teldense cayó debajo de su contrincante. Entonces abrazóle Adargoma tan violentamente que las costillas se le doblaban por momentos. Sintiese fenecer el de Telde, pidióle éste perdón. Adargoma se lo concedió en el acto. Repartiénronse luego los pastos fraternalmente, aunque el trato había sido que éstos pertenecieran al vencedor. También son dignas de mención las rogativas que se hacían en tiempos de calamidades, principalmente en años de sequía. Reunidos por el Faycán, iban tristes, devotos y cabizbajos, exclamando: ¡ Almene Corán! ( Válgame Dios), hacia un monte para ellos sagrado que llamaban Tirma, no lejos de Gáldar. Allí derramaban cántaros de leche a modo de sacrificio, repitiendo sus oraciones; y volvían al poblado de Arehucas, llenos de esperanza en que Tigotas, ( los cielos ) habrían de enviarles el remedio apetecido . Este pacífico vivir de nuestros aborígenes tenía de cuando en cuando sensibles interrupciones. Años antes de que Castilla conquistase Gran Canaria, solían venir a las islas algunos barquichuelos dispuestos a pillar en nuestras costas lo que pudieran. En una ocasión Diego de Herrera, señor de Lanzarote, regresando de la isla del Hierro, sintió que la brisa empujaba sus goletas en dirección al Bañadero, y no quiso desperdiciar la oportunidad. Saltaron a tierra varios de los suyos, prepararon una emboscada, y a eso del amanecer vieron llegar por aquellas inmediaciones un grupo de isleñas en actitud de bañarse. Los de Herrera salieron entonces de su escondite, las hicieron prisioneras y las llevaron a Lanzarote, siendo una de ellas la princesa Tenesoya, sobrina del Guanarteme de Gáldar. Viendo los canarios semejante desafuero, prepararon también sus emboscadas a los piratas de Herrera.
Llegaron otro día al Bañadero los tales barquitos y velozmente unos indígenas se situaron en las inmediaciones dejándose ver como descuidados.Se aproximaron los castellanos para cautivarlos, huyeron los canarios hacia el monte, siguen aquellos tierra adentro, sale un enjambre de indígenas de donde nadie lo esperaba y vencen en la refrigera de tal modo que muy pocos españoles tuvieron la suerte de alcanzar las naves y alejarse a todo trapo de dichas inmediaciones .
Prudentes los isleños, se dispusieron a rechazar nuevos ataques; y para hacerlo mejor, determinaron cambiar de estratagema. Cazaron a este fin cierto número de cuervos y gaviotas, les sacaron los ojos y los domesticaron. Cuando luego atisbaron en el horizonte las sospechosas naves, dejaron esos pajarracos sobre unas tapias levantadas al efecto muy cerca del mar y se escondieron con las intenciones que son de suponer. Los dueños de Lanzarote, al ver desde a bordo las aves tranquilamente posadas en aquellas casuchas, creyeron que los aborígenes se habían retirado al interior; así es que atracaron muy contentos y empezaron a reunir ganado para llevárselo. En esto se oyó unos silbos muy significativos, salieron de sus escondites los canarios y fue tal el descalabro que causaron a los invasores, que muy pocos de éstos, nadando, pudieron alcanzar las fondeadas navecillas.
Hacia el año 1460, el portugués Diego de Silva, yerno de Diego de Herrera, se dirigió al Norte de Gran Canaria en son de aventuras, a cuyo fin dividió su escuadra para simultáneamente desembarcar en las calas del Bañadero ( Arucas ) y Sardina ( inmediata a Gáldar ). Imprudentes y desconocedores del terreno, tanto él como sus militares, llegaron al extremo de verse acorralados en un gran cerco de piedras, donde los insulares ajusticiaban a sus reos. Salieron de allí con vida gracias a la bondad caballeresca del Guad Artemi Fagorer, quien imponiéndose a sus vasallos, condujo al portugués y a los suyos por una áspera vertiente que hoy se llama Cuesta de Silva, hasta el lugar en que habían de embarcarse; entregando primero Silva a Fagorer, en señal de gratitud una espada sobredorada, y otros regalos a los demás vencidos . ¡ No volvieron más a las costas de Arehucas los Señores de Lanzarote…!