sábado, 16 de enero de 2016

El respeto y admiración hacia la mujer.


La Diosa Chaxiraxi

Firmamento con la estrella Canopo en el centro

Uno de los mayores misterios y enigmas de los guanches es, sin duda, la posesión y adoración de una imagen cristiana mucho antes de que la Conquista fuera realizada. Esta imagen apareció entre 1390 y 1400 en las playas de Chimisay (Tymsay, ‘Súplicas’), en el menceyato de Güimar (Wemmar, ‘El Paso’). Era una talla en madera que representaba a una Virgen. Según la crónica de fray Alonso de Espinosa (1594), la figura aparece a unos 40 metros de la orilla. Este hecho lleva a pensar que fue abandonada por un barco que había recalado en la Isla. El motivo es algo sobre lo que se ha especulado mucho. Algunas teorías hablan de un abandono intencionado con el fin de preparar el terreno para la Conquista. De todas formas su culto se extendió a toda la Isla, debido sin duda a la identificación de la imagen con un ser supremo ya existente en el panteón religioso guanche.

Los cronistas recogen varias voces para su denominación:

[...] y adoraban â Díos, â quien llamaban Guaraxíraxí. y â Santa Maria despues que les aparecío la llamaban Chaxíraxí. [...] Y Chaxíraxí, quiere decír, la que carga al que tíene al mundo [Abreu (ca. 1590, III, 13) 1977: 300-301].

Sabido ésto por los moradores de las dichas Islas, la comenzaron a tener en grandísima veneración [a la Virgen de Candelaria], llamándola ‘Madre del Sol’ (González de Mendoza 1585).

Espinosa (1594: 42v) registra la expresión «Achmayex, guayaxerax, achoron achaman» o «La madre del sustentador del cielo y tierra» para referirse a ella.

Antonio Cubillo (1985) sostiene una curiosa teoría que relaciona el culto a la Virgen con ritos actuales de los tuareg continentales. Dicha teoría es confirmada por el profesor José Barrios García (1996, 1997) en su tesis doctoral, donde relaciona la adoración a la Virgen de Candelaria con un culto relacionado con la estrella Canopo, estrella que sirve como una referencia para la organización de su calendario estelar. Este profesor señala que existen fuentes bien documentadas sobre la importancia de «la estrella del Sur» en el eje cosmológico de la cultura bereber continental, señalando la creencia de que Canopo es la estrella principal del cielo, la más antigua, la madre de todas las estrellas.

La imagen se alojó en una cueva del barranco de Chinguaro (Ti-n-gwar, ‘(lugar) de residencia o reunión’), para luego ser trasladada a la cueva de Achbinico, actual cueva de San Blas. Espinosa (1594) menciona la existencia de una orden religiosa encargada de su cuidado y culto, además de la existencia bajo la protección de la diosa de un rebaño sagrado compuesto de más de seiscientas cabras, donadas por cada menceyato de la Isla. Hay también evidencias documentales de la celebración de fiestas de redistribución alrededor del panteón de la Virgen, fiestas que se celebraban por la luna de agosto o Beñesmer, donde los guanches hacían competencias de habilidad y fuerza y donde los menceyes de la Isla acordaban una tregua en sus disputas para compartir la carne del ganado sagrado.

Barranco de Chinguaro

La imagen desapareció tras la Conquista, en el año 1826, cuando un temporal de viento y lluvia la sumergió en el mar. No obstante, quedaron copias de la misma que nos permiten hacernos una idea de su aspecto original, siendo el mayor y mejor facsímil el que perteneció a los Condes de la Gomera, y se conserva hoy en la villa de Adeje.

Virgen de Candelaria, la “no-tan-Morena”

La talla original media aproximadamente un metro de altura. Su posición era de pie, con la cabeza recta y mirando al frente. En su brazo derecho portaba a Jesús desnudo, con una paloma en las manos. Sostenía con la mano izquierda un trozo de vela verde, que servía de soporte para otra vela natural, siendo este detalle el que le da el nombre de Virgen de Candelaria (de la candela). Su cabeza estaba desnuda de paños, teniendo un pelo rubio que caía suelto sobre sus hombros. Respecto al color de su piel, un estudio del présbitero José Rodríguez Moure nos revela:

El color carne en las partes de los rostros y manos estaba obscurecido y aparecía muy moreno, explicábase que era, á más de por la acción del tiempo, por el humo de las teas resinosas con la que los guanches se alumbran

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