martes, 23 de agosto de 2016

Los alzados. La población en 1402 y sus costumbres, en Canarias

Indigenas Canarios

En el momento de la llegada de los conquistadores europeos, sobre el año 1402, la población indígena total, en las islas era de unos 90000 y los mayores índices de concentración poblacional se daban lógicamente en Gran Canaria y Tenerife. Por lo tanto, era una`población numerosa si la comparamos con algunas regiones europeas, que en  este periodo ( desde 1350 hasta 1500 ) había disminuido de manera alarmante, debido a la peste negra y  a la guerra de los 100 años que devastó estados como Francia. Cuando los europeos llegaron la sociedad indígena ya llevaba más de 2000 años de desarrollo. Ésta era sólida, estable y muy activa, y contaba con un orden social muy regulado. Desde el punto de vista piramidal, existían reyes, nobles, notables, soldados y aldeanos. En Gran Canaria al rey lo llamaban Guanarteme y en Tenerife había dos capas de nobles de rango inferior al Mencey, los Achimencey y Cichiciquitzo. Su principal responsabilidad era la administración, la justicia y la defensa del territorio.

MULTITUD DE OFICIOS. La mayor parte de la población pertenecía al grupo Achicaxnas ( aldeanos ) que se dedicaban a multitud de oficios: pastores, artesanos, agricultores, soldados, sacerdotes, curadores,pescadores, etc. etc.. Respecto a los oficios, Leonardo Torriani ( año 1588 ) nos cuenta que " los canarios tenían entre ellos oficiales de hacer casas, carpinteros, sogueros que trabajaban con yerbas y hojas de palma y preparaban pieles para vestidos "

REY NO, PERO SI NOBLE. La pureza de la sangre entre la realeza era absoluta y para llegar a ser Mencey o Guanarteme se tendría que demostrar la pureza. Se conocía  la posición social por el corte de pelo y la barba, y también por el tipo y color de vestido. En Gran Canaria los nobles tenían el cabello rubio dorado que les cubrían las espaldas. Algunos se lo teñían con jugos de hierbas para que resultaran más dorados. En los vestidos de estos nobles predominaban los colores amarillos y rojo. Cualquier hombre podía a llegar a ser noble. Para conseguirlo tenia que estar recomendado por otro noble y pasar por una ceremonia publica en donde tenia que demostrar su nobleza respondiendo a preguntas de otros nobles delante del pueblo. No podía haber sido visto ni matando, ni robando, ni siendo deshonesto con alguna mujer. Tampoco les gustaba que, el aspirante a noble, haya sido visto preparando la comida con sus propias manos, este era considerado un signo de debilidad y de baja sociabilidad. En este caso de que se demostrara que había infringido alguna de estas normas, era castigado, de  manera que se le cortaba el pelo y nunca podría ser mas que un achicaxna ( aldeano no noble ).








El principal renovador de los estudios históricos en Canarias, Elías Serra Rafols, explica en su introducción a los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife desde 1497, en colaboración con el investigador Leopoldo de la Rosa, cómo eran tratados los guanches en La Laguna y, consecuentemente, en el resto de la Isla tras los primeros años de la colonización. De hecho, existen escritos que demuestran que desde 1498 se toman medidas contra los que los esconden o protegen, puesto que la convivencia entre colonos y guanches no fue fácil. 
Por este motivo, los aborígenes que no se dejaron esclavizar fueron conocidos como "alzados". El Archivo Histórico municipal recoge las primeras actas del Cabildo de la Isla, originariamente ubicado en Aguere, que se conservan y que dan fe de cómo se intentó controlar la presencia de estos "peligros para la Isla".

Rafols expone cómo la colonia contaba con muchos problemas porque no había alcanzado todavía su centro de equilibrio, por lo que adaptar a los guanches a su nueva condición de dependencia y subordinación fue un tema de constante debate en La Laguna. Terminada oficialmente la conquista en 1496, se pensó en reducir a los guanches "totalmente a la esclavitud", tal y como puede comprobarse en los escritos de actas del Cabildo que, desde 1498, reflejan como se toman medidas contra los que oculten a "hermanos de raza". Sin embargo, Rafols asegura que, en principio, los esclavos guanches fueron parte esencial de la nueva sociedad y no son sólo servidores de los conquistadores. También contaban con derechos como el de recibir suficiente alimento, "que a lo menos cebada non les falte", única alusión al gofio, que todavía no había entrado en las costumbres de los colonos. Y aunque al principio se pecó de optimismo, según Rafols, dándose la convivencia por buena, esta situación pronto cambió.

El 13 de mayo de 1498 el Cabildo analizó el tema de los guanches alzados desde el punto de vista de que "hacen muchos daños en todos los vecinos". En este acta se recoge que los esclavos alzados que hiciesen algún daño a partir de ese día, deberán pagarlo frente a la Justicia, siendo expulsados de la Isla "por los muchos daños que ha recibido el señor gobernador". Eso sí, en el documento se especifica que esta medida se tomará desde ese momento en adelante y que no se podrán juzgar daños anteriores "porque nunca se podría averiguar" si eran ciertos o no. La situación siguió crispándose hasta que el nuevo gobernador de La Laguna ordenó, al poco tiempo, la formación de cuadrillas perseguidoras al conocer que algunos guanches desterrados querían regresar, aspecto que, de alguna forma, asustaba a los nuevos habitantes de la ciudad y del resto de la Isla. Ante esta situación, los españoles comienzan a jugar sus cartas, tal y como hizo el teniente Valdés, quien decidió "aprovechar" algunos de los propios guanches como auxiliares para capturar o atraer a los levantados, "cosa que provoca la indignación del jurado".

Cien azotes
Los legisladores de La Laguna querían controlar a estos alzados de tal manera que no les quedara ningún ápice de libertad. Así, llegó a ser tal el control sobre los alzados que el Cabildo de la época determinó también que cualquier esclavo que tuviese a otro escondido y se pudiera comprobar que le habían dado de comer, sería castigado con cien azotes y expulsado de la Isla. El martes 14 de mayo de 1499 se decidió que cualquier guanche que estuviese fuera de "la tierra que guardase" y no diese "razón legítima", debería ser apresado por que el que esté a cargo de la guardia de ese campo. Asimismo, tendría que ser entregado a la Justicia para que le fuesen dados cien azotes. En casos como éste, se planteaban si los azotes los debía administrar el dueño o, con mayor rigor, la Justicia, por lo que es el Adelantado Alonso Fernández de Lugo el que impone su criterio de severidad, aunque los regidores habían propuesto dejarlos a las manos menos duras de los amos. 

En julio del mismo año el gobernador dejó constancia de una nueva norma por medio de una carta, recogida en el acta correspondiente de esa reunión del Cabildo, en la que explicaba que solicita a algunos hombres que fueran en busca de esclavos alzados y que éstos serán "de quien los domare, salvo los de Adexe y Abona y Guymar y Anaga", por los que se tendrán que pagar mil maravedíes por cada uno. Esta excepción, señalada en esa ocasión por primera vez, nunca fue justificada por el gobernador. El escribano, Antón Sanches, añadió en el acta de la reunión que el gobernador le había mandado que hiciese pregonar esta nueva medida el domingo siguiente en la puerta de la iglesia.

Acusado de robo
En 1499 son varios los casos que se elevan para su debate en el primer Cabildo, ubicado en La Laguna, y la mayoría coinciden en el temor de los ciudadanos de que estos guanches alzados "hicieran mucho daño en esta Isla", hasta tal punto que la mayoría solicita su expulsión. Llegó a ser tal el temor de los ciudadanos que el 6 de abril de 1500 se declara que cualquier esclavo que huyera deberá morir por ello y que, en el caso de ser mujer, la pena de muerte sería conmutada por cien azotes y la expulsión de la Isla. En 1502 el Cabildo sigue recibiendo quejas que señalan a los guanches de ladrones, por lo que se le hizo un requerimiento al señor alcalde mayor. Ya en 1504 vuelven a encontrarse actas del antiguo Cabildo en las que se dictamina que los guanches no podrán ser libres sin haber servido, primero, al menos 16 años a su señor. En mayo de 1506 continúan las denuncias por los "muchísimos" guanches alzados de la zona "que roban los ganados y facen otros daños".

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