Porque sí, me enamoré de la gente. Esa gente que está alrededor de mi vida, que desde la distancia, te acarician sin sentir el tacto de su piel.
Pero es tan fuerte el aliento, es tan fuerte el sentimiento, es tan fuerte el latido que llega aquí, donde me halló en este momento.
Quizás es porque uno, también se ofrece y escucha o cuenta confidencias que, saben que de ahí no saldrán. Miradas cuando estamos de frente, expresiones tal y como nos contamos por teléfono o vía virtual.
Ese calor llega y llena. Es palpable y crea satisfacción. Sabe uno que es recíproco. El decir " vente y aquí tienes tu casa" o me " debes unos rones " esa candidez del alma. Nota uno el calor, el aprecio, sin necesidad de aparentar, ni interpretar nada, aceptando a las personas, tal como son, con la transparencia de las personas que no tienen, nada que ocultar.
Que bonita sensación, quizás en no el mejor momento de tu vida, alguien aparece y te ofrece su mano. Te mira de frente, te habla y deposita su confianza en tí. Tu al ver la candidez de la persona, decides como un gato escaldado, de tantos palos en la vida, dar tu parte de abrir un poco la puerta. Y decir ¿ Porque no ? ¡ No puedes cerrarte en banda y negar esa cándida mano que te ofrecen.
Varias palabras me ofendieron, el menosprecio a su misma persona, pero yo no menosprecio a nadie, ni físicamente, ni psíquicamente, a otros les parecerá inferiores, a mi no. Cada persona con gestos sabe uno cuando recorre el arduo camino de la vida, como a lo largo de los años intuyen como son, advierte uno aunque sea en la distancia, la falta de un abrazo, la falta de un beso, la falta de un juego, la falta de la atención, que al final es lo que buscamos cada uno.
Si esa comprensión, sin juzgar, ni ningún reproche, solo escuchar y prestar atención. Será que pase situaciones en alguna casa, llena de gente, mantuve una absoluta soledad, entiendo la falta de esa calidez de la atención.
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