En estás conversaciones, que sacamos a ratos mientras llega al proceso, por el que mi hija está pasando, ella dice...."mi padre me enseñó que lo que se dice, se cumple"
He procurado a lo largo de mi vida, cuando un amigo, una amiga me cuenta uno de más íntimos secretos así se rompa la relación, o bajé en intensidad, nunca utilizarlo en su contra. Es lo último que haría.
Qué si los peleó, evidentemente.... que si,.... que a ellos no les gusta.....a nadie nos gusta qué nos digan la verdad. Pero nunca lo hago por su mal, lo hago por su bien. O bajo mi modesto punto de vista, es por su bien. Que cuando se lo expongo, no me lo rebaten.
Otra cosa, es cuando termina una relación sentimental, donde he sacrificado mi tiempo, lo que más valor tiene, donde mi dedicación es exclusiva hacía esa persona. Entonces sólo entonces, sacaré a flote todas las mierdas habidas y por haber, por la falta de respeto.
En está especie de quid pro quo que mantengo con mi hija, le explicó que si me he cubierto de gloria, miles de veces, me he venido arriba, otras tantas, pero nunca me preocupo la gente.
Mantengo lo que decía Dalí "Que hablen bien o mal; lo importante es que hablen de mí"
Y si dicen algo malo, les contesto....ven que te voy a contar cosas que te van a dejar, con la boca abierta.
La gente no me pone el plato de comida en la mesa, me importa mi círculo su opinión al fin y al cabo son con los que me voy a ver, son los que me duele. Y cómo dice una amiga mía, el círculo cada año se va haciendo más pequeño.
Una amiga mía que me visita todas las semanas, sabe todos mis penas, me decía....tienes un gran corazón.
No lo sé. Sé lo que bajo mi punto de vista está bien o está mal, me doy cuenta de poco tiempo a está parte que nunca es tarde para poder evolucionar. Que encontrarse a uno mismo con sus virtudes y sobretodo con sus defectos es unas de las pruebas, más jodidas y duras que me tocó pasar, pero es necesario.
Que para evolucionar, es absolutamente necesario, por muy amarga que sea la situación, qué a la primera persona que tienes que pedir perdón, es a tí mismo.
Y me cuesta, reconocerlo, ya es un gran pasó, pero va a ser muy duro. Se qué lo tengo que hacer, no quiero dejar está enseñanza sin terminar a mis hijas, por muy largo que sea el sendero, por muchas lágrimas que derrame, por mucho dolor que me desgarre por dentro, tengo que conseguirlo.
Después de muchas idas y vueltas entré mi hija y yo, me dice.....me parezco a mi padre.....para mí todo un orgullo.
Quién dirá aquella niña que entró en casa, un día antes del 1 de Mayo donde todo era voladores, no se despertaba y cada vez que yo entraba y decía.....¿ Está despierta? Lloraba, pensaba que me odiaba. Hoy me dice estás cosas tan bellas.
Sinceramente valió la pena el sacrificio.
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