sábado, 11 de marzo de 2017

Observaciones de la vida

Si no admites las verdades y los hechos encima te empeñas en apagar la atención mínima. Las cosas al final se rompen. Si ya vienes con mil cicatrices de cuatro mil batallas, ya llega un momento en que el dolor se convierte en un indiferencia, galopante. Encima todo por lo que, en su momento, te llevó a una  protesta, simplemente ya son pocas las opciones que dejas para intentar avanzar. Lo malo que a esta altura de la película, ya no hay lucha ni hay carreras. Sólo busca tranquilidad. Y el único que da tranquilidad a uno mismo, es uno.

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