jueves, 10 de agosto de 2017

Ajuntando

Éramos dos viejos barcos, con muchas travesías en nuestros sentimientos. Éramos dos navegantes en el mar de la vida,  veníamos a nuestro retiro en el astillero, a descansar y a reparar nuestras muescas en los sentimientos.




  Nos miramos a los ojos, ese brillo especial que hace tener la ilusión.
Emprendimos de nuevo, quisimos dar otra oportunidad a ese angosto mar de los sentimientos. Decidimos una nueva ruta otra diferente a las anteriores. Otra porque  había que seguir intentándolo, había que de nuevo empezar una nueva aventura.
Pusimos las cartas náuticas antes, hechas para no volver por esas rutas. El sextante para buscar de esa estrella que diera pábulo a esta nueva ruta.



 Sin prisas, nos fuimos conociendo, fijando el nuevo objetivo. A pesar de los temporales sucedidos anteriormente en rutas pasadas, olvidamos y dimos una nueva oportunidad a la ilusión que se convertiría, en amor. Sin mirar atrás, volvimos a navegar otra vez, una vez más  por el mar de los sentimientos. 










El amor es como un barco
que navega por el mar
para unos es como un charco
y para otros no tiene final.
Algunos barcos tienen rumbo
otros no saben donde van
navegan hacia un nuevo mundo
en busca de libertad.
Todos pasan por tormentas
difíciles de atravesar
olas, rayos y vientos
creen con ellos acabar.
Pero para toda esperanza
siempre hay lugar
y un nuevo horizonte
lleno de claridad
siempre habrá
por el que escapar.
Hoy mi barco
quiere descansar
¿dónde está tu puerto?
¡ en él quiero atracar !

No hay comentarios:

Publicar un comentario