martes, 22 de agosto de 2017

Los días.






A veces en este devenir del tiempo, este plano existencial, donde siendo justos si equiparamos la balanza de la felicidad y el dolor, los tomó siempre como  puntuales, siempre quizás el segundo, según la persona sea más o tenga más efectos secundarios que el primero, pues este acarrea a sentimientos, muchas veces según el carácter de cada cual, de genio, siempre con argumentos, de rencor siempre con argumentos, pues el odió, lo comparó con el amor, quizás el Yin y Yang, aunque los otros también tienen sus curas.
Sensaciones, de eso se componen los días, de momentos, donde la alegría de hace presente, a veces la tristeza, también anda caminando entre esos momentos.
Y es que, desde tú ser debes saber lo que, quieres, lo que deseas y lo que puedas conseguir. Tampoco todo lo puedes conseguir, pero tú tienes que ver hasta donde llegan tus límites.
Es triste, este sentimiento al cual, lo relaciono con un tono, gris cómo la gente, pierde su hermoso tiempo ese día, en vidas apagadas, sin ilusiones, sin metas. Autómatas, de engranajes para una vida sólo existe para cumplir este paso vital.
Dedicar las pasiones a lo que nos guste, nos tenga satisfechos, muchas veces pasan los días, por no tener ilusiones, tus días se vuelven grises, tu existencia, se vuelve desganada, los brillos de los ojos, se apagan y yo me niego a ello.






No concibo, aprovecharme de otro ser humano, como una palanca para, sacar mis beneficios, tener una vida, pues eso es síntoma de que realmente, que tú vida es tremenda-mente desgraciada.
Y no porque esos días, compuesto de momentos dónde, ves cosas que no cuestan ese valor material, maldito dinero, cúmulo de nuestras desgracias. Cosas como el romper, las olas en el cayado, haciéndote ver el iridiscente del cruce, de agua y el sol y apreciando, los colores de el arco-iris. Esa mariposa blanca impoluta, que tres pasos,  más allá se posa, donde tú estás sentado. El viento hablando en pleno silencio, entre los árboles.






El sentarte hablar con un anciano y ver las marcas de su vida, en la cara. Oyendo hablar de sus sucesos en otro tiempo, muchas veces con una ternura excelente, aunque tuviera una vida extremadamente dura. El sol abriéndose paso entre las ramas en el monte.
Una carcajada de jóvenes, con su insolente juventud, la cual creen, que no se les va pasar, la inocencia los años, es clamorosamente, irresponsable.
Y así con cosas sencillas, cosas comunes, te engrandece tú vida.
Así son las cosas, inmateriales que satisface tu alma, no subyuga tu existencia con el maldito dinero.





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