martes, 1 de agosto de 2017

La dependencia es demoledora.









La dependencia, ya sea tanto económicamente, físicamente, psíquica-mente e incluso sentimental-mente es demoledora.
Anulan voluntades, tanto económicamente, como físicamente. Pues no hay nada más grande que ejercer tu voluntad, en el momento justo y preciso. En muchos casos las personas se humillan pues, no tienen otra alternativa y es triste. El individuo dependiente muchas veces se amarga, no ve claridad en ese túnel lleno de oscuridad. Es realmente una amarga experiencia, si encima el proveedor es de una tiranía palpable, a veces de modo sibilino.





 Pero que más tarde o más temprano se mostrará. La física quizás en una escala de valores, evidentemente ni una está más arriba ni más abajo, quizás sea la más donde los sujetos pierden su intimidad, dependiendo de que la persona que le ayude en esa voluntad, veces muy pautada, se rinde a ese momento de la voluntad del cuidado.
La psíquica-mente quizás cuando son patologías de enfermedades diferentes casi el enfermo, no se entera y a veces cuando se entera pues su sistema psicomotriz, no responde, en esos oasis mentales, las lágrimas bajan, por su cara.






La sentimental-mente, quizás  vienen con otras maneras de las personas, ya sea de carácter, voluntad, si se ejerce sobre otra persona, casi convierte al ejecutante en un tiran@, no comprende sólo tiene un objetivo,  su beneficio diciendo o disfrazándolo de amor, de una tremenda dictadura. El ejecutante no se da cuenta que las personas,  cuando se quieren lo máximo y el mayor gesto de amor es respetar su libertad individual. Se creen que por no estar con ell@s no están pendientes,  necesitan en su egoísmo la máxima atención, eso es delirante y realmente necesitan una atención de algún especialista. Pensemos que convierten, faltan al respeto a la otra persona y que cuando la otra persona se de cuenta, Troya arderá.  Lo que era una brisa indefensa se convertirá en un auténtico huracán.








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