miércoles, 19 de abril de 2017

Apuntes de la Palma.

José Esteban Guerra Zerpa nació en la capital palmera el 30 de abril de 1865, y fue hijo de Pedro Guerra Vallejo, tipógrafo de profesión, y de María de Candelaria Zerpa Hernández, la cual realizaba las labores propias de su hogar.
Creció y se educó en su isla natal, sin duda, en el ambiente profesional de su padre, por lo que decidió continuar el camino de este como tipógrafo en la imprenta El Time, siendo el fundador del periódico Diario de Avisos, acontecimientos estos que podrán apreciarse, más adelante, con mayor profundidad.
Este palmero, desde su juventud, se integró a la vida sociocultural de su isla, siendo ya en abril de 1887, con sólo veintidós años, vicesecretario de la sociedad instructiva La Unión, de la cual formó parte durante cierto tiempo.
El 11 de abril de 1891, celebró su matrimonio con Águeda Gómez Pelayo, en la propia ciudad de Santa Cruz de La Palma y de esa unión le nacieron dos hijos: José y Zenaida, el primero fallecido en Venezuela, en vida de Guerra Zerpa y la segunda, que lo sobrevivió en Cuba; sin embargo, al consultar la certificación de matrimonio expedida por el Registro Civil de Santa Cruz de La Palma, solicitada expresamente el 8 de noviembre de 2006, se encontró que la persona que contrajo matrimonio con José Esteban Guerra Zerpa se nombraba Luisa, y que era la madre de esta, quien llevaba por nom-bre Águeda, y que, además, la fecha de la unión fue el 29 de abril de 1891.
Ese propio año, sólo poco más de un mes después de su boda, se inició en la masonería en la naciente logia Idafe nº 124, de la capital palmera, de la cual fue fundador con el nombre simbólico de Garibaldi, sin duda, en alu-sión al prócer italiano.
Por otra parte, para hablar del padre de José Esteban, Pedro Guerra Vallejo, un hombre íntimamente ligado a los primeros pasos del arte tipográ-fico canario y particularmente palmero, se debe tener en cuenta la historia de la imprenta en esa isla pues dedicó su vida a esa profesión, introducida allí por don José García Pérez, entre los años 1835 y 1836.
Pedro, al crearse la emblemática imprenta El Time, en Santa Cruz de La Palma, en el año 1863, viajó expresamente desde Las Palmas para ponerla en marcha, encargarse de ella y contribuir —entre otras cosas— a imprimir el periódico del mismo nombre, que pronto vería la luz y se quedó allí para siempre.
Aunque Pedro Guerra Vallejo se limitaba fundamentalmente a los aspec-tos puramente técnicos de impresión, fue protagonista del nacimiento del periódico El Time, el 12 de julio de 1863.
Hay que recordar que en esos años, la isla de La Palma tuvo una fuerte presencia de ideas liberales y progresistas, a pesar de su carácter rural, pues su puerto, por donde se había comenzado a comerciar directamente con Europa mucho tiempo atrás, había sido el lugar idóneo para la entrada de pensamientos de ese tipo, incluyendo aspectos de la llamada ilustración. Históricamente, la primera época del periódico El Time puede enmarcarse del 12 de julio de 1863 —fecha de fundación— al 2 de diciembre de 1866, bajo la dirección de don Antonio Rodríguez López asistido por Faustino Méndez Cabezola, como editor responsable, y la segunda, desde el 2 de diciembre de ese último año, en que concluye definitivamente el mencionado Antonio Rodríguez  López, asumiendo la dirección del periódico Cristóbal García Carrillo, comenzando así la llamada segunda época, donde ya había redactores que pertenecían a la masonería.
Aunque intelectualmente Pedro Guerra no fue el guía, ni mucho menos, de El Time, sí hay que considerar que en los diferentes números y en las dis-tintas épocas, su nombre era reconocido en los créditos. No hay que dudar entonces, del papel profesional que desempeñaba allí el padre de José Esteban, habilidades que trasmitió a su hijo, junto a sus ideas liberales, hasta su fallecimiento en el año 1880.
En cuanto al joven José Esteban Guerra Zerpa, este se convirtió rápidamente en un fiel y constante admirador de la profesión paterna, desde pequeño se ve entre aquel complejo y fascinante mundo de las letras, creció entre el plomo de la tipografía, la tinta de las máquinas y los pliegos de pa-pel, y muy tempranamente desarrolló una identificación total con todo lo relacionado con la impresión y distribución; pero la muerte de su padre lo sorprendió con sólo quince años, por lo que tuvo que hacerse cargo de la imprenta provisionalmente, en ese trágico 1880, don Antonio Pestana Rodríguez, hasta que con veinte años, en 1885, José Esteban heredó la propiedad de su padre y decidió continuar por el camino aprendido, tan entrañable para él.
Durante un lustro, compartiendo el trabajo de impresión palmero, primero con la imprenta La Asociación, de Ciriaco Duque Rivas y desde 1889, con La Lealtad, de Manuel Brito Cabrera, dedicó por completo el taller de El Time a producir una gran variedad y cantidad de impresos, hasta que en el año 1890 decidió, demostrando un gran espíritu emprendedor y de futuro, fundar y a la vez asumir la dirección del periódico Diario de Avisos, de Santa Cruz de La Palma, el cual permaneció publicándose ininterrumpida-mente ochenta y tres años en la isla Bonita, hasta que fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, donde actualmente aún ve la luz.
El primer ejemplar del Diario de Avisos circuló en Santa Cruz de La Palma el 2 de julio del año antes mencionado y no es una publicación más en la historia de la prensa plana del archipiélago atlántico, pues constituye el periódico más antiguo en circulación en la actualidad —con nada menos que ciento veinte años de salida continuada en las islas—, marca añeja no despreciable, si se tiene en cuenta la trayectoria de la imprenta, como avance tecnológico de su época y la salida de las primeras publicaciones en los Siete Montones, lo que le ha merecido el justo calificativo de el decano de la prensa de Canarias. En su primera época cambió varias veces de nombre (Diario de Avisos de Santa Cruz de La Palma, Diario de Avisos del Partido Judicial de Santa Cruz de La Palma y Diario de Avisos de La Palma).
Guerra Zerpa se mantuvo publicando el Diario de Avisos, y a la vez, imprimiendo sistemáticamente todo tipo de documentos y textos relacionados con la vida sociocultural, histórica, económica, política y educacional de La Palma, hasta 1895.
El 2 de diciembre de 1896 José Esteban traspasó la imprenta y el perió-dico a Manuel Santos Rodríguez, cambiando esta su antiguo nombre de El Time por el de Diario de Avisos, igual que el periódico, nombre que ostenta hasta hoy. Como la imprenta El Time había sido puesta bajo el control de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Palma desde el 13 de julio de 1866, en vida del padre de Guerra Zerpa, esta, por causas desconocidas, decidió poner pleito a José Esteban, el 29 de noviembre de 1896, para que hiciera entrega de la imprenta a dicha Sociedad, lo que se realizó tres días más tarde.
En los primeros meses de 1897, José Esteban Guerra Zerpa, sin poder so-portar la pérdida de la imprenta y del periódico, adquiridos ambos por Manuel Santos Rodríguez, viajó como emigrante a Venezuela.
Antes de hablar de su presencia en el continente americano, debemos destacar que en sus años en La Palma, nuestro biografiado tuvo relación con la masonería, la cual, aunque con algunos antecedentes en el siglo XVIII en España, toma sistematicidad a partir de la invasión francesa, ocurrida a inicios de la centuria siguiente. Esa época fue testigo también de la primera logia de ese tipo en las islas Canarias, llamada Les Commandeurs du Teyde, aparecida cuando, precisamente, las tropas de París abandonaban el territorio hispano, en el año 1814.
Durante los años de la restauración de Felipe VII, la masonería no tuvo apreciable desarrollo en el archipiélago atlántico, no así en la Península, donde hasta los sectores de poder se vincularon a la misma. Fue tiempo más tarde, durante el llamado Trienio Liberal, cuando fundamentalmente en Tenerife, comenzó a tomar cierto auge.
En cuanto a La Palma, la primera logia masónica apareció en 1875, con la denominación de Abona nº 91, perteneciente al Grande Oriente Lusitano, coincidente con la época en que va forjando su carácter el joven Guerra Zerpa y posteriormente se crea la logia masónica Idafe nº 124, aparecería en la última década del siglo, pero dependiente del Grande Oriente Español.
Precisamente, es a finales del siglo XIX, cuando José Esteban Guerra Zerpa, apenas con algo más de veinte años, pero con la herencia del ideario liberal —republicano de su padre, se convierte en uno de los siete fundado-res de la logia masónica Idafe nº 124, de Santa Cruz de La Palma, con la denominación de maestro Garibaldi, de corta historia, pues funcionó sola-mente entre 1891 y 1896.
Sobre su participación en esa organización secreta se sabe que fue en 1893, Experto en el bienio 1894-1895, ejerció como Maestro de Ceremo-nias, y en 1895 volvió a actuar como Experto; además, alcanzó el Grado Noveno del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Este lustro de trabajo dentro del mencionado taller masón consolidó el pensamiento progresista, liberal y nacionalista de José Esteban, que en plena juventud se nutrió de ideas y sueños —dando a conocer los suyos—, de hombres que ya tenían una andadura en la sociedad palmera y canaria de en-tonces, pensamientos estos que lo acompañarían durante toda su vida en América.
Allí escuchó José Esteban que se luchaba por la libertad, que se aspiraba a la igualdad y que se potenciaba la fraternidad y la solidaridad entre los semejantes; fue testigo del clamor de sus hermanos masones porque se prac-ticara la beneficencia con los desposeídos y se divulgara la luz de la verdad, e interiorizó que la lucha contra las tiranías y la ignorancia eran una sagrada divisa. Esos nobles reclamos, según su actuación y obra posterior, no los ol-vidó nunca.
Por otra parte, desde su llegada a Venezuela, en el año 1897, Guerra Zerpa se vinculó a sectores separatistas canarios y cubanos —hay que recor-dar que ya desde el 24 de febrero de 1895 había estallado en la mayor de las Antillas la guerra independentista—, pues aparece públicamente como un participante activo y responsable en el proyecto de la revista caraqueña El Guanche, siendo un leal colaborador de Secundino Delgado Rodríguez, considerado el padre del nacionalismo canario, todo lo que fue consecuencia de la evolución de su pensamiento político, desarrollado en La Palma, a partir del ideario liberal-democrático de las últimas tres décadas del siglo XIX, que profesó su padre y la formación propia adquirida en los cinco años de masonería en la logia Idafe nº 124.
Pero, sin duda, lo que marcó la vida y la actuación consciente de este emigrado palmero en la patria de Bolívar, y la total maduración de su ideario, fue su vinculación comprometida con esta publicación nacionalista, que vería la luz, de la mano de ambos, en noviembre de 1897, que proclamaba en la presentación de la cubierta del número inicial que:
""No miremos queridos compatriotas a las Islas Canarias como a una provincia o rincón de otra potencia, porque entonces herimos a nuestra propia madre. Ella es nuestra patria. Ella nos honra… Ella es digna en la historia de los siglos… si ella es pequeña en territorio, es grande en todo lo demás; nosotros somos sus hijos.""

No hay comentarios:

Publicar un comentario