"La culpa es del destino" muchas veces en nuestros aciertos y sobretodo fracasos le echamos la culpa al destino.
Nada más lejos de la realidad, las formaciones, de las personas en su crianza, las circunstancias del entorno y sus circunstancias, las imprudencias de los educadores, que nos tocaron, para bien y para mal marcan el destino.
Luego está nuestro carácter, según manejemos las situaciones a las que nos enfrentamos, si sabemos timonearlas, nuestra paciencia, nuestra respuesta, nuestra prudencia, juegan mucho a nuestro favor o en contra.
Si mantenemos una situación desafiante cada vez que tenemos una disputa, a lo mejor escapamos ante el contrario 1000 veces, pero a las 1001 nos llevamos el trompetaso, es así en todos los aspectos de la vida.
Las personas, que son pretenciosas, voluntariosas en el aspecto negativo de la palabra, denotan aunque no lo creamos, mucha falta de humildad y aunque la circunstancias de la vida, pongan personas, pacientes, empaticas, benevolentes, dispuestas, todas las personas tienen un límite. Y siempre diré y soy abanderado de ello, la dignidad una vez perdida jamás se vuelve a recuperar.
No puedes, pasar la vida poniendo, obstáculos y ver como otros los superan por tu " genialidad" que muchas veces no tienen ni pies, ni cabeza. Porque incluso hasta en tus mejores planes, seriamente calculados, se pueden venir abajo por esa frivolidad que por tú antojó, creaste si sopesar o calcular las consecuencias.
Así que hay que pensar las cosas, antes de afrontar o ejecutar una acción, pues las consecuencias pueden como un boomerang, devastadoras para el que planea o construye dicha situación.
Así que dejemos, de echar la culpa al destino y seamos más consecuentes, con nuestras decisiones.
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