Mañana, ya casi hoy a eso de las 7 de la tarde, una hora antes te habías, despedido de mí y de tu nieta, la cual criaste como una hija, con la cual fuiste muy permisivo, pues nunca con nosotros tus cinco hijos, te metiste en la parte de la intendencia, era un área de la gestora del hogar, mi madre, tu mujer, a la que quisiste con locura, me quedan en el recuerdo, tus últimas palabras, "" Pedro, cuida a tu madre "" nunca me llamaste Pedro, sino Pedrito o dedrito, una sensación, de un hasta luego corrió por mis venas. Te fuiste como siempre, sólo esa cosa inmaterial que heredamos muchos en casa, pero que yo si cabe la he llevado a incluir como, parte integra de mi. No me gustó, nunca las falta de respeto que se daban los dos, peleas, pero cómplices, al mismo tiempo. Pero quizás por esa circunstancia, no permito en mi vida, ni extorsiones, ni pruebas de fuerza de nadie. Quizás, en esa circunstancia, fue la que otros hermanos míos no fueron tan consecuentes.
Agradezco la forma de tu modesta, y sabio modelo, aún recuerdo cuando me enseñaste, la palabra apático. Cada al mediodía nos sentábamos juntos en la cama y repasabamos las noticias del periódico. El tipo de topografía que llevaba la edición. Son tantos y tantos recuerdos, de aquella época, que me llegaste a trasmitir. Aún frescos llenos de ternura, los recuerdo. No vemos mi viejo. Se que estarás.
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